Tras desvelarse la identidad del enemigo, las sirenas deberán estar más juntas que nunca y no podrán fiarse ni de su propia sombra.
Nuevas aventuras, amores y personajes te acompañan en esta entrega.
¿Pero, qué pasará cuando se descubra algo inespe...
Aquella tarde se respiraba tranquilidad, algo que no solía ocurrir frecuentemente en esa casa. Un niño se hallaba jugando con una consola en la cama cuando un señor entró en el dormitorio.
Se aseguró que nadie estaba por allí cerca y se sentó al lado de él con cierta inquietud.
—¿Qué pasa? —dejó a un lado el juguete, fijando sus ojos en los de él, prácticamente idénticos.
A continuación, sacó algo del bolsillo y lo depositó rápidamente en la mano del pequeño.
—No se lo digas a mamá.
POV LÍA
Hacía tiempo que no recordaba un entreno tan duro como el de ese día, o como nos decían Amanda y Hayley "no sois más vagas porque no podéis".
—Tío, hoy se han pasado —decía Heather prácticamente tirada en el suelo, mientras que las demás estábamos derrotadas en una roca.
—No lo había sentido tan intenso desde la semana después que nos atacasen —replicó Tanya apoyando la cabeza en la mano.
—Seguramente sea para que no nos lo tomemos con tranquilidad —comentó Cora, tan constante como siempre —Nunca se sabe cuándo puede ocurrir algo.
—¡Pues yo me encuentro super cansada! —se desperezó la sirena blanca —¡No voy a despertar hasta dentro de dos días!
Todas le reímos la gracia, al fin y al cabo era tierna a más no poder. Se había integrado hace relativamente poco y a pesar de ser algo más pequeña, demostró una sensatez y madurez innata, probablemente por las circunstancias de la vida. Y en cuanto cogimos confianza con ella, descubrimos una niña muy alegre gracias a la luz que desprendía con tan solo su presencia.
Por eso mismo y tal vez por mi inocencia acompañada de mi tranquilidad, encajamos tan bien hasta el punto de que en ocasiones le daba por llamarme "hermana mayor". Muchas veces, Amanda nos denominaba como "el dúo dinámico" , dándose cuenta también de nuestra complicidad.
—¿Qué hace aquí Tarles? —divisó Sydney a la tortuga a unos metros.
Al parecer, llegó para darnos un aviso de que fuésemos a mi reino ya que habían encontrado algo. En cuanto llegamos a allí, Amanda sacó un pequeño retrato de una caja algo mugrienta y se lo entregó a Zoe.
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Estaba en blanco y negro, pero aun así aquella joven mujer desprendía una luz única. Tenía unos preciosos tirabuzones al lado del rostro, de un color muy rubio. La forma de su cara se me hacía familiar y aunque sus ojos mirasen hacia a un lado, transmitían con tan solo verlos. En general, era una chica que irradiaba paz ,y a juzgar por sus ropajes, debía de ser de la realeza.
—¿Quién es? —levantó Zoe la mirada.
—Laiane —dijo con una mezcla de obviedad y empatía —La reina de la perla blanca.