Capítulo 10 - ¿Quién dijo vacaciones?

595 33 7
                                    


Definitivamente, la sorpresa del viaje me había pillado completamente desprevenida. Ni siquiera sabía de la existencia de la llamada "semana azul" en Australia, que al parecer, se aprovechaba para ir al otro lado del hemisferio ya que era pleno verano.

Como era obvio, teníamos que ir las siete sirenas para que no ocurriese nada peligroso y convencer a Sheyla nos costó sangre y sudor. En un primer momento, Amanda y Hayley querían que Zoe fuese con ellas pero las persuadimos y aceptaron, con la condición de que no podíamos dejarla sola en ningún momento, teniendo así prohibido salir de fiesta.

Jamás había oído hablar de aquella semana de vacaciones, pero debía de ser una gran tradición ya que el telediario no hacía más que comentar los destinos más buscados y las inmensas colas en los aeropuertos.

La gente se lo tomaba tan enserio que viajaba ya sea o con familiares para desconectar o con amigos para desfasar, como pasó con Keko. Él y Tanya decidieron darse un tiempo esos días, porque cada uno iba a estar en un sitio distinto y así se libraban de las ataduras.

En resumen, hasta que llegó el día de la partida todo transcurrió de manera frenética.

5:00 a.m

El despertador sonó y yo ya oía a la abuela dar vueltas por toda la casa. Era ver la hora y me daban ganas de volver a dormir, pero justo Amanda entró sin aviso previo y corrió las cortinas, cegándome los rayos anaranjados del amanecer.

—¡Ve vistiéndote y baja a desayunar!

Todavía recuperando la consciencia, en la cocina me encontré al abuelo tomando un café mientras leía el periódico.

—Ah, ¿pero vienes?—le pregunté con los ojos medio cerrados.

—No, cariño—negó con la cabeza—Jay y yo os llevamos a todas al aeropuerto.

Resultaba que en esa semana, Hayley y Amanda tenían la sagrada costumbre de ir de vacaciones a España para verse con antiguas amigas, ya que mi abuela veraneaba allí de joven y se llevaba a Hay muchas veces.

Desayuné rápidamente y subí al dormitorio a revisar la maleta, creyendo que no me dejaba nada. Repasando de nuevo la lista de cosas, picaron al timbre y abrí a Sydney y Tanya, entonces deduje que las restantes irían en el siete plazas de Jay.

—¡Hola, chicas! —saludó la abuela a toda mecha  y se volvió a ir, probablemente a buscar las maletas.

—Está más emocionada ella que nosotras—les comenté en voz baja, provocando unas pequeñas risas.

—Tal cual—me sonrió Sydney, que lucía perfecta incluso a esas horas de la madrugada.

—Pues yo tengo ganas—incluyó Tanya con un ligero tono de soberbia—Ojalá ligue.

Sí, ella era de las típicas que necesitaba a alguien a su lado aún sabiendo que a la semana siguiente iba a volver con su ex pareja.

Ambas nos reímos un poco a modo de relleno y fue ahí cuando Robert empezó a sacar el equipaje y le ayudamos a colocarlo en el maletero, saludando también a las demás, que se encontraban en la acera de enfrente.

—Lía, ve a coger el papeleo—me pidió Amanda mientras terminaba de encajar todo con el abuelo.

Entré en casa y recolecté todo, encontrándome con las fichas del aeropuerto y del hotel. Me fijé en que la primera hoja contenía los datos de la abuela, siendo una grata sorpresa para mí algo que encontré. Mientras que su apellido de casada era "Windsor", el de soltera resultaba ser "Norwich".

Aguas Profundas (AS#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora