Aguas Profundas (AS#2)

Capítulo 15 - No digas adiós

Traición.

Esa palabra no se podía ir de mi cabeza y empecé a golpear con desesperación la almohada ya que no me merecía todo eso. De un momento a otro, alguien apareció en el marco de la puerta.

Ella.

—Pensé que todo eso lo hacías por nuestra familia pero estaba equivocada—se pronunció, acercándose a mí poco a poco—Tu deber es destruir y no proteger.

Me quedé en silencio, considerando sus palabras.

—Por eso, ahora es buen momento para sacar tu poder a la luz—clavó su mirada en la mía—Y aunque te pese, el lado al que realmente perteneces es el oscuro.

Ante las circunstancias, sus argumentos me parecieron válidos y acepté. Ella me extendió su mano y me pidió que profundizase en mi sufrimiento, acabando en una inexplicable ira que jamás había sentido.

Exteriorizar todo aquello me supuso tal desgaste de energía que desfallecí de un momento a otro, no sin antes percatarme de que había alguien más en la habitación.

POV LÍA

Ya había pasado una semana tras aquel incidente y podía sentir cómo estaba más y más apartada del grupo. A pesar de tener la compañía de Kyle y a Amanda tratando de que Heather se reconciliase conmigo, la culpa estaba presente en mi cuerpo desde el principio hasta el final del día.

Sin embargo, esa tarde recibí una llamada de un número desconocido, y resultó ser Ethan.

—¿Qué ocurrió? —dije algo preocupada.

—Eso mismo me pregunto yo—contestó con un tono medio triste—Pensé que era un pequeño enfado, pero es que cada vez que le pregunto a Heather por ti se pone a la defensiva. Además, tampoco sabía que las demás de tu grupo están igual.

Me quedé en silencio, sin saber qué decir. De un momento a otro, se me vino una idea la cabeza y la única persona que me podía ayudar era Ethan: él sabría desbloquear la identidad de aquel número oculto.

—Ethan, voy a tu casa.

—¿Cómo? Pero—le colgué, dejándolo con la palabra en la boca y me empecé a preparar a toda prisa.

A la media hora, ya estaba en su casa y le expliqué absolutamente todo. Justo cuando estábamos a punto de descifrar el teléfono, Ethan recibió una llamada de Heather.

—Ethan, llegaremos en un poco para la clase de matemáticas, espero que no se te haya olvidado—miré al moreno con cara de circunstancia, y observé cómo a él le faltaba aire para hablar—¿Ethan? ¿Hola?

—Sí, sí, perdón—se echó el pelo hacia atrás de los nervios—Estaba haciendo unos experimentos.

—Vale, pero estate listo para cuando lleguemos—acto seguido, Heather le colgó y de no haber sido por la templanza de Ethan, ambos hubiésemos entrado en pánico.

—Lía, déjame el móvil de nuevo—empezó a teclear rápidamente en su ordenador, entrando en múltiples programas informáticos—Podríamos averiguar la ubicación del número ya que todos tienen un localizador.

En el ordenador, había desplegado un gran mapa de la ciudad y de repente apareció un punto rojo, indicando el lugar del teléfono que me envió aquel mensaje.

—¿Cómo? —Ethan dio al zoom, percatándose de que aquel punto se iba moviendo—Lía, está en mi calle.

Se iba acercando cada vez más a su casa, y la expectación era tan grande que cuando Heather picó a la puerta, los dos nos sobresaltamos.