VII

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28 de Febrero de 2014

|Londres, Inglaterra.|

Cuando Ronald Weasley despertó lo primero que sintió fue aquel vacío al fondo de su pecho.

Sus ojos parpadearon lacónicamente, y, a través del manto casi inexistente de la inconsciencia pudo escuchar quejidos femeninos provocados por dolor, reconoció aquella voz y su alma se rasgó lentamente. Entonces, cada centímetro en su cuerpo se tensó y volvió en sí de un instante a otro.

Ginny. Pensó en ella mientras le ordenaba imperioso a sus extremidades levantarse. Algunos huesos crujieron, hubo dolor abrazándole y se mareó un poco, pero él era Ronald Weasley, una caída no iba a darle problemas.

Cuando estuvo por salir de su habitación en San Mungo, su esposa entró por la puerta y de un segundo a otro se le colgó del cuello hecha una avalancha de temblores, por su parte el pelirrojo se limitó a dejarla llorar durante unos instantes.

-"Estoy bien, Mione."-fue todo lo que dijo antes de apartarla con cuidado.

La castaña le miró con la sorpresa adornando sus facciones. Ella había estado con los nervios de punta desde que se marchó hecho una tormenta furiosa de la reunión y él sólo la apartaba de sí como si nada.

-"¿Traes ropa limpia contigo? Necesito salir de inmediato hacia el cuartel."

-"¡Acabas de despertar de una caída de casi diez metros! No vas a ir a ningún lado sin que un Sanador te revise antes."

Ron casi logra sentir irritación. Casi. Más, lo entiende. Comprende la actitud de Hermione, estaba preocupada por él.

-"Estoy bien."
-"No lo sabes."

-"Mi deber como Jefe del Departamento de Aurores me lleva a marcharme cuanto antes de este lugar. Lo siento, no puedo perder más tiempo contigo en una discusión banal."

La mujer de iris marrón le miró con severidad, la nueva personalidad de su esposo comenzaba a molestarle.
¿Discusión banal?
¿Qué se creía el pelirrojo? ¿A caso no le importaba lo que ella sintiera? ¿Tan fuerte era su venganza obsesiva para comenzar a tratarle de esa forma?

-"Sé cuál es tu puesto, Ronald, todos lo sabemos. Y así como tu osas de tus obligaciones yo haré lo mismo..."- la Gryffindor caminó hasta sentarse en un sillón color beige con elegancia-"... Te ordeno, como segunda Ministra, a permanecer en este hospital hasta que un Sanador verifique ante mi presencia que estás bien. Mientras tanto nadie, absolutamente nadie tiene permitido entrar a los calabozos donde nuestro prisionero permanece."

-"Eso es un abuso por parte de tu puesto de autoridad."-exclamó con mandíbula y puños apretados.

-"De ninguna forma."-sonrió toscamente, si Ronald jugaba de esa forma ella también lo haría-"Sí, como Jefe de los Aurores tienes obligaciones y deberías ir a interrogar al Jinete que capturaste en cuanto puedas. Sin embargo, yendo con la salud en contra tuya solo lograrás echar a perder una gran oportunidad, recuerda que las primeras impresiones son importantes." -su mirada se volvió fría y penetrante mientras terminaba con aquel asunto-." ...No sólo es tu venganza la que está en juego, cariño. Es la integridad del mundo y el futuro de todos."

Sin poder hacer nada más, el Weasley se mordió la lengua y volvió a la cama. No importaba que fuera su esposo, que sea el mejor auror y estratega de Europa, al final era ella quién dictaba órdenes y él debía obedecerlas a todas y cada una.

*******

Hermione Granger dejó a su esposo en San Mungo después que el medimago le recomendase descansar por un par de horas más, pues había huesos que no estaban sanando con la misma rapidez y si quería hacer bien su trabajo necesitaría a cada uno de ellos.

The Malfoy |Drarry/Harco| (EN HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora