Capítulo 14

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Al llegar a casa, Frezzia agradeció a su amigo por la maravillosa salida que habían tenido.

— ¡Mami ya llegamos! —exclamaron los chicos adentro.

Frezzia se recostó sobre su cama, después de darse un baño, estaba más fresca y menos agotada.

Pensaba en Tim y su amiga, al menos estaría entretenido con ella ahora.

***

Los días habían transcurrido rápidamente y entre una tarea y otra, los chicos no tenían mucho tiempo salir.

—Estamos a semana y media del compromiso —se oía exclamar a Ji emocionada.

Ella hubiera deseado jamás escuchar la palabra "compromiso".

Ya a la salida del colegio, Frezzia se dirigió a la casa.

De pronto Tim apareció.

—¿Te puedo acompañar? —preguntó.

—¡Claro, gracias! —respondió ella—. ¿Cómo has estado?

—¡Bien, con toda la tarea que nos han enviado en estos últimos días. ¿Quieres ver mis últimos cuadros?

—¡Me encantaría!

—¡Vamos a mi casa! —dijo emocionado Tim.

Subieron al carro de propiedad de Tim, mismo que era manejado por su chofer.

Ya en la mansión, entraron al estudio de trabajo y le enseñó todas las pinturas.

— ¡Wow! ¡Son increíbles Tim! —exclamó fascinada hasta que sintió curiosidad por una en particular levemente cubierta—. ¿Es una nueva pintura? ¿Puedo verla?

—¡NO!-exclamó Tim—. Esa aún no está lista, pronto te la mostraré.

—¡Oppa! —se escuchó.

Malí estaba con shorts muy altos, blusa muy ajustada y descalza. Tenía en la mano un plato con pastel.

«¡Qué delgada!» pensó Frezzia.

Empezó a hablar algo mientras se acercaba a Tim para darle de comer en la boca.

Frezzia se sintió algo incómoda al ver la expresión de la chica.

—Creo que ya debo irme Tim —gritó ella.

—Perdónala, es un poco maleducada —decía Tim avergonzado.

Ella sonrío, en son de paz.

—Frezzia, ¿salir juntos podría usted? —dijo con esfuerzo Malí.

—¿Dijo algo? —preguntó Frezzia.

—Al parecer está aprendiendo español —respondió sonriente Tim—. Es muy inteligente.

—Ya lo veo —dijo Frezzia entre dientes—. ¿Pero me invitó?

Tim le preguntó a Malí lo que exactamente quería decir.

—Malí quiere que salgamos en grupo —indicó el joven muy preocupado—. Pero le estoy diciendo que no se puede.

—¿Cómo crees? —refutó Frezzia en tono burlesco—. Dile que por mí encantada.

Al parecer esta era una guerra declarada y ella no podía intimidarse por la coreana inteligente.

—¿Estás segura? —preguntó Tim desconcertado.

—¡Claro!, nos vemos esta noche entonces, como que le damos la bienvenida a Malí a la ciudad —finalizó Frezzia.

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