Capítulo 7

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— ¿No es cierto? ¡Estamos aquí! —gritaba bajándose de la motocicleta.

Observaba el inmenso parqueadero del Museo de propiedad de Tim y cuyo acceso era muy limitado debido a las altas políticas de seguridad.

Por dentro, se dio cuenta que era más grande de lo que había imaginado en sus lecturas y encontraron las más grandes exposiciones del arte, pinturas de artistas de todo el mundo.

De pronto sus ojos posaron en un cuadro maravilloso que reconoció inmediatamente, era una pintura elaborada por la misma "Koo Hye Sun" su pintora, escritora, actriz y cantante preferida, coreana.

—Tim, Tim, ¿realmente es de ella? —preguntó Frezzia mientras enseñaba el cuadro.

Al leer la nota que estaba al pie del cuadro quedó por respondida la pregunta. La nota decía:

"Para mi buen amigo Kim Tim, porque ambos amamos las nobles causas"

KHS.

— ¿No puede ser? —gritó ovacionada distrayendo a las otras personas que la reprendieron por la bulla.

— ¿Te gusta el trabajo de KHS? —preguntó Tim.

— ¿Qué si me gusta? —preguntó Frezzia—. La mayor parte de mi tiempo voy a la biblioteca a pedir libros de algunas de sus obras, ahora mismo estoy ahorrando para adquirir su último libro titulado "Tango".

*Aquí imaginé demasiado ya que esto al menos en mi país no se da*

—Me parece una persona muy perseverante, ejemplo para toda la juventud coreana y el mundo entero. Su libro de visitas en la cuenta del twitter es increíble, sus seguidores aumentan por día. La verdad es que la considero una verdadera luchadora —finalizó.

—Pues te felicito, se nota que ahora tenemos algo en común —dijo Tim sonrojado—. Es mi maestra favorita, y todo lo que me has contado ya lo sé, por acá tengo más tesoros suyos.

La tarde fue volando.

De regreso a casa, se encontraba muy contenta y pensó en la magnífica oportunidad que hubiera perdido al no aceptar la invitación desde el comienzo.

—Muchas gracias por traerme, te invito un té —dijo Frezzia—. Entremos por favor.

—Gracias, pero para otra ocasión gustoso, nos vemos —dijo subiéndose a la motocicleta.

Al día siguiente, trasnochada por el paseo anterior, llegaba tarde a su clase de primera hora.

—Frezzia, espera —decía Ji.

—Buenos días amigos —dijo dirigiéndose a Ji y a Joe—. Entonces no voy tarde, lo siento por eso estaba apurada.

Ya en una hora libre los cuatro empezaron a conversar, Frezzia contó sobre la visita única y exclusiva que había tenido en el gran Museo de Arte.

—Este fin de semana tenemos una presentación en Guayaquil, justamente cerca de un nuevo parque de diversiones que han instalado ahí y queremos que nos acompañen chicos —dijo Joe dirigiéndose a Frezzia y a Tim.

— ¿Presentación? —preguntó Frezzia.

—Sí, desfilaremos algunas colecciones de verano de la compañía —respondió Ji.

—Muchas gracias, lo consultaré en casa —respondió ella.

—Te recogeremos mañana temprano —ordenó Joe viendo a sus amigos ubicarse en sus puestos, señal que el profesor había llegado y dejaron de conversar.

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