Capítulo 24

68 12 0
                                    


—¡Frezzia! ¡Despierta! —suplicaba Tim.

—¿Qué ha pasado? —preguntó asustada.

—Pensé que te perdía—. No reaccionabas. Otra pesadilla al parecer.

—¡Oh! —exclamó ella—. Ahora no recuerdo nada, creo que es una buena señal.

—¿Buena señal? —preguntó aún asustado—. Mañana iremos al médico, esto no va nada bien.

—Si me dejaras tomar las píldoras del sueño —decía coqueta—. Pero tú no quieres verme dormida profundamente en la noche ¿verdad?

—Me lo pensaré desde ahora —respondió muy serio.

—Tranquilo mi amor, no es para tanto. Si te hace sentir bien iremos al médico.

—Es lo que acabo de decir —volvió a repetir.

Frezzia vio la hora. Eran las 03:30 am.

Rodeó con sus brazos a Tim, él correspondió y se quedaron dormidos.

A la mañana Frezzia oía ruidos en la cocina.

Se levantó. Tim estaba cocinando, freía algo desde lejos por miedo a quemarse.

Ella se lo estaba gozando.

—¿Te ayudo? —preguntó.

—No es necesario porque ya terminé.

—¿Qué fríes?

—Un huevo.

—¿Por un huevo te alejas metros del sartén? —se burlaba ella.

—Déjame decirte que soy muy bueno cocinando —explicaba Tim llevando el huevo al plato—. Pero no pasé el curso para freír un huevo, así que puedes burlarte.

—Solo bromeaba —sonrió Frezzia.

—Huele muy bien. Buen provecho —dijo empezando a comer.

—¿A qué hora iremos al doctor? —preguntó ella.

—Me alegra que no lo hayas olvidado —replicó Tim—. Ahora mismo.

Terminado el desayuno, Tim se metió a la ducha. Minutos después lo acompañó Frezzia.

Él se sorprendió por esto, pero no se resistió.

—Antes de ir al médico, quiero llevarte al Museo Británico —suplicaba Frezzia.

—Ya he ido muchas veces ahí —decía Tim.

—¡Vamos! —suplicó de nuevo—. Hay una sorpresa.

Entraron al Museo Británico, Tim saludó con algunos ahí.

Lo llevó justo al último piso, ahí se encontraba la pintura que alguna vez Tim le dedicó.

—¿No me digas que ya sabías que estaba aquí? —preguntó triste.

—Al contrario —respondió orgulloso— no sabía que el Museo Británico me ha comprado cuadros. ¡Estoy sorprendido!

—¡No mientas!

—¡Ey! —exclamó riendo—. Relájate, es enserio lo que te digo gracias por traerme aquí. Ahora al doctor.

En el camino Frezzia compró un helado de vainilla con chispas de chocolate. Lo compartió con Tim para cuidar su nivel de azúcar.

Habían llegado sin cita previa, por suerte el médico era amigo de Tim.

Frezzia pensaba que era una exageración pero por complacer a su novio había aceptado. Al final, según ella, el médico no diría nada.

Empezó a contar el aparente problema, el insomnio y las múltiples pesadillas.

—¿Se ha sentido agotada últimamente? —preguntaba el doctor /SI

—¿Sufre de constantes migrañas? /A VECES

—¿Algún familiar padece de ataques epilépticos? /NO

—¿Está embarazada?/NO

—¿Sufre de vértigos?/SI

—¿Cuándo fue la última vez que tomó las píldoras para dormir? /HACE DOS SEMANAS

«Dos semanas con Tim en Londres» pensó.

El doctor revisó su pulso, boca, oídos, ojos, casi todo el cuerpo.

Al llegar a la cabeza, notó que dolía mucho en un lado.

—¿Se golpeó alguna vez en la cabeza? —preguntó el doctor /NO QUE RECUERDE

—¿Usted se droga? /NO

—¡Espere! —dijo asustada—. Tim ¿recuerdas lo que pasó hace tres años?

Tim contó entonces la historia al Doctor.

—Ya veo —dijo él—. Conozco de esa droga, pero aún sigue tratándose ¿verdad?

—No, lo dejé hace tiempo —respondió calmada.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó furioso Tim—. El doctor dijo que debías tomar la medicina por algún tiempo.

—Eso hice —dijo ella—. Un año es mucho, no volví a chequearme de eso asumo responsabilidad.

El doctor llamó a la enfermera.

—Siga a la enfermera y se coloca la bata que le entregará y el resto de implementos por favor.

Ya a solas con el doctor muy preocupado, Tim pregunta sobre las posibles sospechas.

—Creo que podría tratarse de un tumor —dijo preocupado—. Debemos ver en qué estado se encuentra, solo es una suposición que descartaremos ahora.

Después de varios minutos de análisis en rayos X. El doctor tenía el resultado.

—No es nada grave ¿verdad? —preguntó Frezzia muy confiada.

—Lamento decirle que es algo delicado —dijo el doctor—. Tiene un tumor en el lado izquierdo de su cerebro de aproximadamente 2cm.

Frezzia lo tomó con calma aparentemente, sabía que esas cosas eran fáciles de curar con la tecnología de ahora.

—Por eso me siento cansada —balbuceó—. ¿Por eso tengo tantas pesadillas?

—Posiblemente, ya que su cerebro está alojando a un tumor. Las causas de su aparición no la sabemos.

Tim palideció.

—Doctor ¿el tumor es maligno? —preguntó Tim casi llorando.

—Debemos realizar las pruebas pertinentes.

Frezzia entró en llanto.

—No se preocupe señora —dijo él—. En Londres contamos con los mejores tratamientos para desaparecerlo, tenga fe.

Frezzia seguía llorando en la calle y la gente los miraba.

Tim no sabía cómo calmarla.

—Mi amor —empezó a decir—. Ya oíste al doctor, se puede tratar. Debemos tener fe.

—Tanto que he luchado en esta vida —decía sollozando—, ya sabes mis estudios, mi familia, todo ha sido una constante lucha. No sé si podré con esto ahora, no quiero que lo sepan y te pido que me acompañes en el tratamiento; ayúdame para así poder curarme pronto. Me quiero casar contigo.

—Tranquila mi amor —no hables así—. No debes pedírmelo, estaré siempre para ti, juntos saldremos de esto.

Se abrazaron y regresaron a casa.


***No te olvides regalarme un voto a través de una estrellita, me llena mucho saber que te gusta lo que has leído***

GUARDIÁN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora