Capítulo 2

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Fred:

El timbre que anunciaba el comienzo de las aburridas clases, sonó.
Por suerte, ya me encontraba dentro del salón, en mi respectivo lugar. Seguía pensando en lo que acababa de ocurrir, tal vez había sido demasiado grosero...

Agh... ¿Qué me sucede?
Claro que no fue así, estuvo bien lo que hice, ese idiota debe fijarse por donde camina.

Di un largo suspiro al ver que la maldita profesora entró al aula.
¿Por qué?

¿Por qué tiene que venir?

¿Acaso no puede quedarse en su casa, cuidando a sus hijos o... Algo así?

¡Sus hijos la necesitan, señora!

¡Hay cosas más importantes que esta bola de jóvenes que no aprenden!

Claro, nada de eso salía en voz alta...

Pero...
Me sorprendió demasiado al ver al chico castaño entrar después de ella. Si, ese mismo chico de ojos azules con el que antes había chocado.

¿Cuál era su nombre?

¿Freddy?

—Buenos días, jóvenes —
Biinis diis jivinis. Dijo la profesora en forma de saludo.

—Hoy, tenemos a un nuevo alumno con nosotros — comenzó hablando la profesora, —Su nombre es...— hizo una pausa y miró al chico, dándole una "señal" para que él continuara hablando.

—Mi nombre es Freddy. Freddy Fazbear. — dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.

Freddy Fazbear...

Interesante...

—Perfecto, Freddy. Puedes sentarte en... — buscó rápidamente un lugar con la mirada. —Al frente de Fred.

Ah, mierda.

Joder, quiero olvidar lo que pasó y la profesora viene y hace que se siente frente a mi.

Genial.

Freddy parecía no encontrar el lugar asignado, así que, con desinterés Alcé mi mano para que pudiera ubicarlo.

¿Por qué?

Hay más de 3 lugares disponibles.

¿Por qué debe sentarse exactamente frente a mi?

¿POR QUÉ, JODER?

—Genial, ¿por qué debía tocarle en esta aula? — susurró Golden, quien estaba sentado en la pupitre que se encontraba detrás de la mía.

—¿Por qué te interesa tanto?, no contestaste mi pregunta, ¿Aún es tu amigo? — dije mientras me giraba un poco para poder verlo.

Él me dio una mirada rápida y después la desvío.

—No te interesa.

—¿Y quién dice que no?...

—Bien, jóvenes, saquen su cuaderno y su libro — interrumpió la profesora, así que me gire rápidamente a mi lugar.

Y así, transcurrieron las aburridas clases.

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Nos encontrábamos en la ultima clase.
Faltaban tan solo unos minutos para poder salir de esta prisión.
Para mi buena suerte, estábamos en clase de matemáticas. Si, esa clase donde no entiendo ni una mierda.

Ni siquiera estaba poniendo atención, mi mirada estaba en la ventana, viendo cada detalle, las hojas de los árboles moverse, la vista que se veía, ya que nos encontrábamos en la planta alta del instituto, haciendo uno que otro garabato en mi cuaderno.

𝗔𝗣𝗨𝗘𝗦𝗧𝗔 | frededdy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora