Capítulo 5

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"¡Qué extrañas criaturas son los hermanos!" (Jane Austen) *

*[Original: "What strange creatures brothers are!"]


–Así que... solo te quedarás así.

Camden entreabrió un ojo, se encogió de hombros, continuó acostado en la hierba e ignoró a su hermano gemelo.

–Camden, sé que estás despierto.

–Nunca dije que no lo estuviera, ¿cierto?

–Buen punto –Kieran se sentó en el césped–. ¿Qué harás si te quedas?

–Lo mismo que estoy haciendo ahora.

–¿Estás haciendo algo?

–No.

–¿Entonces...?

–Quiero seguir haciendo esto. Nada. También cuenta, hermanito.

–No, no cuenta. Se lo prometimos. Que iríamos. Camden, por favor...

–No quiero ir.

–Madre estará decepcionada.

–No, no lo estará –dijo, aun cuando sabía que mentía. Kieran se limitó a gruñir por lo bajo, desdeñoso–. De acuerdo, puede que esté un poco...

–¿Un poco? ¡Sabes cuánto adora mamá celebrar su cumpleaños junto a nosotros! Lo sabes. ¿Cómo puedes negarlo siquiera? Vamos, Cam. Levántate.

–¿Por qué...?

–¿Qué?

¡¿Por qué tengo que ir?! ¿Parece como que estoy listo para celebrar algo? ¿Para asistir a una reunión con toda la familia? ¡Demonios, no!

–¿Por qué yo?

–Esa es una buena pregunta –Kieran ladeó el rostro–. Desde que... ese día, no hemos hablado mucho. Antes éramos amigos, además de hermanos. ¿Qué cambió, Camden?

–Yo. Yo cambié –confirmó, sin el menor titubeo.

–¿Es así?

–Sí. Y lo lamento por ustedes, que no quieren verlo –Camden se incorporó. Esbozó una media sonrisa, burlona–. ¿Vamos? Odiaría llegar tarde y llamar aún más la atención de todos.

Camden se encaminó hacia la puerta frontal de la mansión, sin importarle si Kieran lo seguía o no. Ni siquiera necesitaba verlo para que saber que aún se debatía entre añadir algo más a lo dicho o en dejarlo estar, con la única intención de que Camden no tuviera una excusa para no ir.

Al final, cuando ya estaban en el auto, era evidente que el silencio había ganado.

–¿Por qué no conduzco yo? –inquirió Camden. Kieran encedió el auto, sin responder–. ¿Me escuchaste, hermanito?

–Déjalo ya, Cam. No vas a conducir.

–¿Por qué no?

–Porque quiero conducir yo.

–¿Y esa es toda la razón?

–En parte. Además, te has vuelto un fastidio.

Camden sonrió, un poco. Era un alivio saber que al menos había una persona que no temía que él estuviera... lo que sea que se suponía que debía alguien estar cuando una persona cercana se suicidaba.

–Cam...

Bien, no del todo. Ese tono. Era tan dolorosa y fastidiosamente familiar ya.

–¿Dónde será la fiesta?

Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora