"A veces nos derrumbamos hasta tal punto que incluso la idea de la felicidad nos asusta. Los ojos del corazón se acostumbran a la oscuridad e incluso la luz más suave se vuelve cegadora." (Mathias Malzieu)
Camden había despertado, se había movido con cuidado para no despertar a Alina y se marchó. No tenía la menor idea de por qué. Era absurdo salir furtivamente de un lugar al que lo habían invitado, pero eso precisamente había hecho.
Vago por los alrededores del lugar en que se había citado con la hermana de Adrienna, observando a los transeúntes y preguntándose si era normal sentirse así. Tan perdido y a la vez en paz, tan ansioso y a un tiempo tranquilo, casi resignado.
¿Qué le esperaba al abrir esa carta? ¿Debió esperar a leerla antes de...?
Cerró los ojos. No debía pensar en ella. Alina. ¿Qué pensaría al despertar? ¿Qué diría después de cómo se había marchado? ¿Acaso él tenía algo que decir?
–¿Camden Sforza?
Giró y se encontró con la joven que suponía era la hermana de Adrienna. ¿Flaviana?
–Flaviana, ¿cierto?
–Sí. Yo... siento haberte llamado así, pero no sabía cómo... y creí que sería más extraño si te enviaba un mensaje desde su teléfono. De ahí tomé tu número –explicó, clavando sus ojos en él.
–Ah. Sí. Gracias por no hacerlo. ¿Aún conservas su teléfono?
–Sí. No he podido deshacerme de él. Es como si algo me ligara aún a ella.
–Ya veo.
–¿Tú has podido dejarla ir?
–¿Qué clase de pregunta es esa?
–No lo sé. Solo una pregunta cualquiera.
–No sonó así.
–Lo sé. ¿Podemos ir a esa cafetería? –señaló hacia delante–. Estoy hambrienta.
–¿Universitaria?
–¿Disculpa? –inquirió, confusa.
–El cuaderno que llevas –indicó Camden.
–Ah, sí. Adrienna era mi hermana menor.
Después de encontrar mesa, Camden se atrevió a preguntar:
–¿De verdad tienes una carta suya? ¿Para mí?
–Sí. ¿La quieres?
–Luego. Primero ordena, por favor.
–¿Quieres algo?
–No. Pero ya que has venido hasta aquí después de tu examen, creo que es justo que comas algo. Me quedaré contigo.
–Ya veo.
–¿Qué?
–Lo que ella veía en ti.
Camden se tensó ante sus palabras. No pudo evitarlo.
–¿Ah, sí?
–Sí. Al menos toma algo. Yo invito.
–No, gracias. Estoy bien así.
–De acuerdo. ¿Interrumpí?
–No. Bueno, en realidad no lo sé. No creo que haya un momento adecuado para una noticia así, ¿verdad? –un mesero se acercó a tomar su orden.
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Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)
Teen Fiction¿Qué sucede cuando la decisión unilateral e irrevocable de una persona cambia tu vida para siempre? Camden Sforza está a punto de descubrirlo. Despierta un día con la noticia de que esa mañana no es como cualquier otra. Su vida ha dado un giro radic...