Capítulo 22

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"¿Cómo puede alguien sobrevivir en este mundo? ¿Cómo puedes dejar ir, una y otra vez, a las personas que te importan?" (Jodi Piccoult & Samantha Van Leer)


Primer año

Después de un año, Cayden Sforza tomó la mano de su esposa y depositó una dirección en la mano de ella. Aunque, Stella hacía meses que había desistido de la idea de buscarlo. Había estado preocupada hasta no poder más, sin lograr dormir ni comer bien, pero ahora, después de las noticias que había recibido de su hijo Camden, reconocía que su esposo había hecho lo que había debido.

No estaba feliz de que estuviera lejos, ni estaba conforme con que no se hubiera despedido. Pero, cuando exactamente un año y un mes después él la llamó y escuchó su voz sosegada, contando de sus estudios y lo que había hecho durante el primer semestre, aferró la mano de su esposo y le agradeció en silencio.

Porque, de algún modo, su hijo había vuelto. Aunque lejos, había finalmente regresado a ellos.


***

Fragmento de la primera carta de Alina a Camden

¡Finalmente he logrado obtener tu dirección! ¿No te parece un poco descortés no haberme dirigido ni una sola palabra durante un año completo? ¡Se supone que soy una de tus mejores amigas, Camden Sforza! Pero, ¿qué digo? ¿Siquiera me recuerdas? Sí, como notas, estoy furiosa aún contigo. Por haberte marchado así. Por... todo. ¿Realmente era necesario marcharte así?

Recuerda que ha pasado mi cumpleaños y has fallado en aparecer. Rompiste tu promesa, Camden. ¿Siempre estaré para ti? Olvídalo...

–Alina –musitó, dejando de lado la carta que había recibido. Vaya, ¿por qué no había escrito un correo electrónico en lugar de una carta? Aunque, en cierta manera, le había gustado. Su Alina, seguía siendo ella.

Y, ojalá se hubiera animado a contestar. Pero, aún no era tiempo. No estaba listo. No tenía nada que decir.



Segundo año

–Así que, le escribiste –soltó Kieran, de la nada.

–Sí –contestó Alina, pues no había caso hacer como si no comprendiera.

–¿Contestó?

–No.

–Ah. No lo tomes personal.

–Claro que no, ¿por qué lo haría? –Alina suspiró–. Estoy cansada, Kieran.

–Lo sé. ¿Seguirás esperando?

–Es probable.

–Vaya.

–Lo sé. ¿Cómo puedo ser tan estúpida?

–No, en realidad estaba pensando que admiro tu fuerza, Lina.

–Deja de sonreír, Kieran. ¿Estás muy feliz?

–Sí, lo sabes.

–Claro que lo sé –lo abrazo–. Me alegro mucho por ti. Por los dos.

–Gracias. Ella... Abilene logró que mantuviera mi cordura.

–Entiendo. Me agrada. Tu Abilene.

Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora