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v e i n t i c i n c o

HOLA ESTE ES EL ÚLTIMO CAPÍIULO RAYOS Y CENTENOS ME DA MUCHA LÁSTIMA 

ENFIN, LEAN <3

25

Levanté la cabeza de la sábana con dificultad. Miré a la chica que yacía a mi lado, completamente dormida...y desnuda.

Sinceramente, no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, así que lo más rápido que me fue posible, me vestí y salí pitando de aquella casa cuyo propietario desconocía. Pasé diez minutos contestando a cada una de las llamadas y mensajes que mis padres me habían dejado, diciéndoles que me había quedado dormido y que no había podido avisarles de que me había quedado en casa de un amigo. ¿Una mentirijilla no iba a hacerle daño a nadie, no?

Supe aquel día que Myeong había estado pasando un tiempo bastante, bastante malo. Me avisó su amiga para que hablase con ella, a ver si podía llegar a decirle algo para que se recuperase o para que al menos lo intentara.

Habían pasado cinco meses desde la última vez que habíamos hablado.

Me puse algo nervioso al esperar su respuesta. Esta llegó rápido, fue breve y bastante cortante. ¿Qué podía esperar sabiendo que aquella situación había sido en parte por mi culpa?

No volvimos a tener ningún contacto hasta mucho tiempo después, cuando por pura casualidad, me la encontré en la barra de una discoteca, bailando y sonriendo con una chica de pelo oscuro y tez bronceada. Cuando nuestras miradas se encontraron, ella paró en seco, viéndome como si acabase de ver un fantasma. Lo único que hice fue dar media vuelta e irme de allí, no quería hablar con ella.

Los meses siguieron pasando hasta llegar al año del final de nuestra relación.

Volví a pensar en ella cuando Namjoon me confesó que lo había dejado con su mejor amiga ya que esta se había estado comportando como una paranoica para absolutamente todo.

Pensé en la forma en la que Myeong y yo habíamos acabado, en la forma en la que me miró por primera vez, con aquellos ojos, brillantes y deleitados. Pensé en aquella sonrisa torcida, tímida y en esa nariz respingona con la que me topé la primera vez que nos besamos. También en sus caricias, los susurros que hacía cuando estábamos muy cerca.

Pensé en lo que me había pedido ella hacía apenas algunos meses. ¿Qué era lo que iba a preguntarme si yo volvía con ella?

Puede que buscase algo con lo que dejar de pensar en mí, algo que le permitiera dejar su alma en paz.

Fuese lo que fuese, mi respuesta para ella, hubiese sido, sin lugar a dudas, un no.

Un no, porque no la quiero.

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TRANQUILOS, QUEDA EL EPÍLOGO TT