6. descorazonadora realidad

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(Kellin)

Los días pasaron. Nada como vivir una vida rutinaria como para entender que tu vida es insignificante y no importará ni afectará en nada el día que te mueras. Pero eso no me deprime, no ser importante es lo que me da la libertad de vivir sin tantas preocupaciones, un peso menos sobre mis hombros.

Que bello es ser libre y que triste es no tener algo que te ate, algo a que llamar tuyo.

No tengo el privilegio de decir que siento que todo lo mío me pertenece, a veces me deprimo y me siento un visionario, casi puedo vivir en carne propia ser víctima de un violento asesinato, casi puedo ver el final de mis días en el agujero más oscuro apartado de cualquier contacto, privado de mi libertad.

Ahora estoy yendo a la casa de campo de unos familiares de Vic. Es su cumpleaños y le he comprado una nueva edición del programa que usamos para dibujar. Llevo el cd en mi guantera. Voy en mi auto y me voy acercando al lugar.

La vista es tan pacífica que me hace pensar que nadie encontraría un cadáver aquí si alguien llegase a enterrarlo. Es un buen sitio, está apartado de todo, las casas están a una enorme distancia por lo que no puedes oír gritar a alguien pidiendo ayuda. Definitivamente es un buen sitio para hacer desaparecer cadáveres, pero yo tengo una mejor forma para eso.

Moría de hambre. Estoy intentando hacer unos cambios en mi dieta porque estoy empezando a creer que he engordado. Decidí parar de comer carne todo el tiempo, decidí enfrentar mi ansiedad y también quise dejar de masticar chicles para sobrellevarlo. Fue una mala idea, ahora mismo estoy masticando mis mejillas, duele. Puede infectarse así que cuando llegue le pediré un botiquín a Vic. Pero saqué un pequeño pedazo de piel bastante gruesa como para resistir el viaje. Intentaba masticarla lentamente como para que dure su forma entera. Mi boca tenía el particular gusto metálico de la sangre y se sentía bien y mal.

Cuando llegué al lugar abrí la puerta del auto, antes de salir agarré el cd de la guantera y bajé.

Sentía un revoltijo en mi estomago, quizás era el intenso sabor de mi boca o el hambre pero fue a la parte trasera de mi auto y escupí en el suelo de gravilla. Solté toda la sangre, restos de piel y algo muy parecido a bilis que salió de una ligera arcada.

Definitivamente necesitaba comer.

La casa de campo era enorme. Tenía dos pisos y parecía ocupar una buena porción de una hectárea.
Alrededor habían enormes árboles y había un enorme camino de cerámicos blancos que conducían a la casa.

Comencé a caminar para llegar hacia la entrada. La puerta principal estaba abierta y se escuchaba música desde adentro. Esta sería la típica escena ideal en donde aparece un asesino y entra para matarlos a todos ya que están servidos en bandeja.

Entro al lugar, estaban escuchando canciones de Elvis. Empiezo a caminar por la enorme sala, habían cabezas de ciervos colgadas al pie de una enorme chimenea. Habían sofás, una mesa de centro, cuadros. Y yo me dirijo al lugar de donde proviene la música.

Cubro mi boca con mi mano al sentir una pequeña arcada y respiro hondo sintiendo el aroma de una deliciosa comida. Toco el bolsillo de mi pantalón, olvidé mi teléfono en el auto, pero traje mi navaja. 

Llego a la cocina y me encuentro con una escena de una película cómica. Vic se cubría mientras Katelynne lo golpeaba con un guante de cocina, dos chicas los miraban y se reían de ellos. Gee estaba con un chico de cabello negro, quizás ese si sea su amigo Frank y por otra parte estaba Alan tomado de la mano de un hombre muy alto y estaban hablando animadamente con Oliver que estaba cocinando.

Cuando a penas llegué Vic me vió.

-¡Kells! -exclamó y todos giraron a verme.

Yo sonreí tanto como pude y levanté mi mano en forma de saludo.

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