epílogo

134 18 25
                                    

(Narrador omnisciente)

Nada le aseguraba a Oliver Sykes felicidad tras su huida con el Butcher. Su vida había dado tantas vueltas que al final un término caótico le sería desgarrador pero esperado.

Tampoco nada le aseguraba al Butcher una huida exitosa de los Estados Unidos. Y nada le aseguraba a Kellin Quinn el amor de Oliver después de todo eso.


5 años después...
9 pm
Vaadhoo, Islas Maldivas.

Oliver y Kellin iban corriendo por las orillas de arena blanca de una playa inmersa en oscuridad. Ambos llevaban camisetas de mangas cortas, sus skinny jeans arremangados, iban descalzos y en sus manos llevaban sus zapatillas.

-¡vamos, qué lento eres! -exclamó Oliver con una sonrisa en su rostro mientras tomaba la delantera.

Oliver llevaba el cabello más largo, casi hasta sus hombros. Por lo demás era el mismo hombre de porte atlético y piel bronceada.
Kellin por otro lado llevaba el cabello más corto, su piel tenía más color y su rostro reflejaba un poco de cansancio.

-¡es que tienes piernas largas, así no es justo! -exclamó Kellin quien corría detrás de Oliver intentado alcanzarlo.

Oliver se detuvo y se dió la vuelta para ver a Kellin llegar. Kellin seguía teniendo el mismo porte angelical y esa sonrisa deslumbrante que lo dejaba sin habla.
Ahora, después de todo entendía que Kellin no era perfecto aunque le pareciera, pero como pensó siempre: a Kellin no había que comprenderlo, había que amarlo que amarlo.

Cuando se fugaron de Estados Unidos, ambos fueron a Ecuador. Tenían suficientes ahorros para poder estar bien por una temporada pero aún así necesitarían un empleo y cada vez que tenían algún problema económico tenían una pelea. Oliver le recalcaba a Kellin que todo era su culpa y Kellin se defendía diciendo que la mayoría del dinero era suyo y que en su parte era su culpa por haberlo ayudado a fugarse.

Los primeros dos meses fueron los peores en cuanto a lo sentimental. Oliver no le habló hasta el segundo mes y casi no dormía porque se cuidaba de que Kellin no se le acerque. Y Kellin necesitaba tanto de su contacto que se la pasaba intentando hablarle y recordándole que lo amaba.

Las peleas comenzaron a los 9 meses cuando Oliver se sentía más confiado para opinar. En ese momento ambos alquilaban un pequeño monoambiente y trabajaban en un restaurante. No les iba tan mal pero las pequeñas crisis los desestabilizaba emocionalmente. Para entonces la situación estaba muy tensa ya que en ese tiempo ni siquiera se dirigían la palabra y mucho menos se tocaban. Llegaron al punto en donde no sabían porqué seguían juntos.

Al año tuvieron una fuerte discusión y esa fue la primera y última vez que llegaron a golpearse. Kellin había perdido su empleo y Oliver coqueteaba con una compañera de trabajo buscando escapar de su realidad... La situación era pólvora y sus actos eran chispas para iniciar una explosión.

En la misma semana de esa pelea volvieron a besarse. Por primera vez en mucho tiempo volvieron a darle sentido a todo aquello que tenían en un principio. Renacieron en el tacto de sus labios y se elevaron de nuevo.

A pesar de tanto dolor, Oliver pudo cumplirle a Kellin. La muestra más grande de amor que pudo darle es estar siempre con él.



Kellin llegó hacia donde se encontraba Oliver y ambos se sonrieron. Llevaban sus respiraciones agitadas por correr pero aún así estaban radiantes.

-hola ¿usted viene muy seguido por aquí? -le preguntó Oliver a Kellin con una sonrisa coqueta y acortó la distancia entre ellos.

-sólo cuando mi esposo viene conmigo. -respondió Kellin entrecerrando sus ojos.

-un esposo... Deberías ser le infiel conmigo. -le dijo Oliver y acortó la distancia para unir sus labios en un beso.

Ambos cerraron sus ojos para besarse. Sus labios se movían a un ritmo lento y pausado. Sus lenguas se acariciaron entre si y se separaron lentamente mientras entreabrían sus ojos.

-te amo. -susurró Oliver.

-te amo mucho. -le respondió Kellin.

Ambos sonrieron y después miraron hacia la playa.
Tras las pequeñas olas que aparecían en la marea se formaban unas luces de un color azúl eléctrico que iluminaban las costas de la playa. En la espuma del agua los puntos brillantes daban la impresión de que el agua de llenaba de estrellas. Aquellas eran causados por fitoplanctons bioluminiscentes, unos pequeños microorganismos.

-es un mar de estrellas. Es hermoso. -dijo Kellin.

Oliver sonrió y miró a Kellin.
-no más hermoso que tú.

-o que tú. -respondió Kellin y se puso de pintas de pie para poder llegar hasta los labios de Oliver. Ambos se abrazaron y se fundieron en un beso que dejaba al descubierto todos sus sentimientos.

El dolor se había ido para ser reemplazado por la magia que siempre nacía en ellos.

Oliver abrió sus ojos para ver a Kellin a penas iluminado por el azúl de la marea. Sabía la razón por la cual las playas brillaban pero prefería atribuirlo a que el agua brillaba de asombro al ver a Kellin tan cercano. Kellin era un océano y ya estaba en casa.

-voy a amarte siempre. Sin importar nada. -le susurró Oliver.

Kellin entreabrió sus ojos y se separó a penas un poco para ver el rostro de Oliver. Necesitaba seguridad... Necesitaba que sea cierto. Aunque tantos años juntos le demostraban que Oliver siempre estaría con él.

-por favor, Oli nunca te arrepientas de amarme. -suplicó Kellin.

-nunca jamás. -respondió Oliver perdido en la mirada diamante de Kellin.

Fin














10 años después

(Oliver)

Despierto. Abro mis ojos rápidamente y tiemblo. La casa huele a carne cocinandose y no sé porqué pero hace tiempo que viene pasando esto.

La habitación está a oscuras, toco el resto de la extensión del colchón. Kellin se ha levantado. Y un instinto me lleva a taparme por completo con las sábanas, no sé porqué pero sé que no debo salir de la habitación... Debo hacerme el dormido o algo. Tiemblo una vez más porque me asusta y mi mente me obliga a seguir a ese instinto, ese instinto que tenemos desde el principio de la vida, desde antes de la consciencia.

El miedo es una advertencia, es la mente preparándote para algo que deberás afrontar tarde o temprano.

Gula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora