(Narrador omnisciente)
Hace diez años...
Oliver recupera su consciencia.
Éste Oliver era diferente físicamente, éste Oliver era más delgado, su piel estaba pálida, llevaba el cabello más largo y lasio, y su rostro aún conservaba la delicadeza que tuvo durante su infancia aunque su cuerpo estaba cubierto de tatuajes.
Con su consciencia de vuelta después de un viaje de horas, Oliver comenzó a recuperar todas las sensaciones en su cuerpo. La boca le sabía amarga y pastoza, su cuerpo estaba entumecido y adolorido, y sobre su rostro caía una brisa con una fragancia a cerveza barata producto de unos jadeos de un hombre que estaba sobre él.
-joder, no. -murmuró Oliver y puso sus manos sobre los hombros de ese hombre para apartarlo pero no tenía fuerzas así que sus manos se deslizaron torpes hasta caer en el colchón.
El hombre levantó su mirada hacia Oliver y sonrió casi burlón. Soltó un jadeo y salió de él.
Oliver hizo una mueca de desagrado al verse liberado de la penetración y su vista recorrió aquella habitación en la que estaba. Paredes manchadas, ventanas sin cortinas y una cama de sabanas rojas. Miró a su izquierda y habían 3 hombres observándolos, uno de ellos se masturbaba y una pequeña mesa a su lado estaba llena de drogas. Entonces Oliver recordó porqué estaba ahí; había ido a buscar drogas y ahora estaba pagando y como siempre no le aceptaban pagar con dinero y Oliver era muy adicto como para dejar todo.
Vivió así mucho tiempo así que él mejor que nadie sabía lo difícil que era salir de una adicción.
Presente...
(Oliver)
Despierto. Abro mis ojos lentamente y me encuentro acostado sobre el sofá de mi sala. De seguro me veo tal y como me siento: patético y miserable.
El televisor está encendido, está el canal de noticias, lo dejé ahí por si le pasaba algo a Kellin. Y lo dejaré ahí hasta que suceda algo o hasta que Kellin venga a buscarme para matarme por haberlo descubierto. Pero entonces el televisor quedará encendido hasta que se descomponga.
Aunque me dormí, me siento cansado.
Me siento en el sofá y acomodo la manta sobre mis hombros. Me tiro el cabello hacia atrás y siento unos pequeños tirones producto de los mechones pegados a mi rostro por mis lágrimas.Me siento terrible. Estoy tan decepcionado de Kellin que en gran parte siento que estoy decepcionado del mundo porque cada vez que sonrío por algo bueno, algo caótico tiene que arruinarme y dejarme en el suelo como para recordarme que mi vida es basura y siempre lo será por más positivo que trate de ser. Kellin me desvalanceó totalmente.
No ha habido ni habrá jamás algo más terrible que ver a Kellin llorando. Su labio inferior temblando, sus ojos diamantes brillando angustiosamente hermoso y la combinación de sus lágrimas mezclándose con la lluvia. Tan hermoso y frágil... Y yo aún encontrándole belleza a ese asesino.
Le tengo miedo, por eso lo aparté de mí a la fuerza. Si llegaba a acercarse más de lo que lo hizo hoy terminaría apegándome a él como una libélula a una lampara fluorescente insecticida.
Ambos jugamos con el corazón del otro; él dejándome creer que era feliz y que lo nuestro tenía futuro, y yo amándolo, mostrándole el color con los que se forman los distintos tonos de su vida gris, inventando colores brillantes y al final abandonándolo bajo la lluvia.
Vendrá por mi así que no me moveré de mi lugar, ni me arreglaré, ni nada porque quiero que vea lo infeliz que me hace todo esto, porque al perdernos quiero que vea que yo también lloré por lo nuestro.
Y ahora me siento como la basura que era antes... Mi vida vuelve a valer nada.
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Gula
FanfictionKelliver Kellin Quinn es un joven de 27 años con extraños hábitos alimenticios y un difícil estilo de vida. Sintiéndose un depredador visualiza a su nueva presa: Oliver Sykes, su nuevo compañero de trabajo.