18. perdido en ideas por la antinaturalidad de pensar demasiado.

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(Kellin)

Me duele mucho la cabeza.
Es horrible despertar de aquella ensoñación de felicidad en donde creías que tenías el mundo en tus manos. No es justo. Sé que no lo merezco pero juro que necesitaba un poco más de tiempo, sólo un poco más. Necesitaba creer que mi vida podía tener un final feliz. Y nada de esto es mi culpa; Oliver tiene la culpa de todo, por haberme puesto a pensar en mi felicidad. Yo estaba bien sin pensar en el porqué de la ausencia de mi sonrisa, de mi soledad y en el porqué de mi todo.

Me duele mucho la cabeza, insisto. Levanto la mirada del suelo. Ya ha dejado de llover y ya no hay ningún auto a mi alrededor. Aún sostengo el paraguas sobre mi, aún sostengo en mis manos el último acto de bondad que Oliver tuvo para mí.

Empecé a caminar hacia mi casa. Quedaba bastante lejos pero caminar no me matará.

El sol se ha escondido y la brisa fresca de finales del día ha secado mi ropa; aunque me siento congelado e incómodo no me importa porque esto es lo mínimo de todas las cosas que pueden llegar a pasarme.

Paso por varios comercios. Afuera en una galería habían muchos televisores, todos estaban en el canal de noticias y la noticia en todos soy yo. Conocen mi nombre y me han puesto un nombre, Butcher. Y creo que jamás en la vida me habían conocido tanto, ahora no soy invisible aunque aún no tienen idea de quien soy.

Tarde o temprano van a ejecutarme, Oliver podría llamar a la policía y delatarme.

Yo sigo caminando. Tiemblo de frío. Y en mi mente repito una y otra vez la escena en donde Oliver me miraba con decepción, en donde sus ojos brillaban y su ceño estaba fruncido analizando mis actos mientras procesaba sus propias emociones. Juro por mi vida que creo que él esperaba a que nos riamos de esto; apuesto a que la noticia lo impacto de la misma forma que a mí, como cubetazos de agua fría para tontos soñadores.

Oliver seguramente pensaba en que todo podría durar, en cambio yo no.

Paso a paso siento que camino lento. El camino se me torna interminable, pero al igual que el amor de Oliver hacia mí, se termina y al final estoy en casa.

Silenciosa y espectral soledad que abarrota estas grandes paredes pintadas de blanco. Con el eco a cada paso y desmoronándome en lágrimas, me dirijo a mi habitación. Cada escalón que avanzo es un paso que me acerca a mi final, debo irme, debo escapar, pero... ¿escapar de qué? ¿de ser juzgado? ¿de obtener el castigo que merezco?
Eso no podría importarme menos ahora. Creo que estoy por irme porque Oliver me echó de su vida.

Llego a mi habitación y comienzo a desvestirme para cambiarme toda la ropa húmeda. Me saco mi suéter y veo algo brillante asomarse del rincón entre la cama y el ropero. Me acerco, me agacho y agarro una cuchilla. La observo en detalle, la hoja brilla impecable, a simple vista se ve afilada. Pensar que le he arrebatado la vida a tantas personas con un simple movimiento, pensar que he acabado con la miseria de tantos. Un escalofríos recorre mi cuerpo y apoyo la hoja de la cuchilla sobre la piel de mi muñeca.

Siento el escalofríos de cuando se instala esa idea suicida y antinatural en tu cabeza, donde tu intuición intenta repelerla pero tu consciencia la acepta y está de acuerdo en que eso está bien y podría liberarte de todos tus problemas.

Me siento en mi cama y comienzo a morder mi labio inferior con fuerza,  contengo mi respiración pero no mis lágrimas y hago presión con la cuchilla. Y recuerdo cada vez que hice presión sobre la piel de cientos de personas y era tan fácil, y ahora yo me siento indestructible porque mi piel no se daña, no me hiero.

Mi cuerpo tiembla. Se me escapa un jadeo de dolor entre los sollozos y vuelvo a presionar. Mi piel se hunde, comienza a sangrar y la lucha interior en mi mente se hace más violenta.

Y no quiero esto. Quiero estar con Oliver. Quiero reírme, quiero que me lleve a vivir, quiero quedarme estupefacto cuando me dice que me ama y quiero quedarme boquiabierto cuando me haga el amor.

Y mis lágrimas siguen cayendo con su imagen en mis recuerdos. Y frunzo el ceño, tiro la cuchilla en dirección al ropero y hace un tajo sobre la madera antes de hacer ruido al caer al suelo.
Y me sentí un niño solo y desamparado.

Corro mi cabello hacia un lado mientras seguía llorando, pero estaba vez era diferente porque mis lágrimas no salían, sólo era un abrupto retorcijón de mi diafragma, el dolor en mi garganta y los espasmos en mi cuerpo. Aún me mordía mi labio inferior para que no tiemble, los masticaba y dolían.
Si presto más atención a la memoria táctil de mis labios, aún puedo sentir los labios de Oliver sobre los mios y aunque mis labios ahora sepan a sangre, aún recuerdo el sabor de los besos de Oliver.

Dijo que me amaba, dijo que me lo iba a demostrar.

Comencé a desvestirme otra vez, y terminé por cambiar mi ropa. Usé ropa casual y cómoda. Skinny jeans, camiseta de mangas largas oscura, una campera y zapatillas.

Me acerqué al escritorio que tenía mi computadora y la encendí. Entré a mi cuenta bancaria y transferí dinero al extranjero. Entré a una página de una aerolínea y compré dos boletos para en siguiente vuelo sin importar el destino.

Oliver, si de verdad me amas vas a demostramelo ahora.

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