(Kellin)
Oliver quería volver a sentirse un niño y me dijo que no había mejor lugar para sentirse así que en un parque de diversiones, entonces fuimos.
Las luces de los juegos, de las farolas. El olor de la comida, hot dogs, algodón de azúcar y palomitas. La música de los juegos, las voces de la gente hablando, gritando, riendo. Las sonrisas, las quejas de las personas impacientes, las sorpresas. Todo el mundo era feliz a su manera. Todos, y aunque digan que no, siguen riendo porque son felices a su manera.
Oliver me lleva de la mano hacia ese barullo, hacia ese caos divertido porque quiere que vuelva a ser un niño. Me quiere hacer encajar en esto, soy la carta de repuesto en un mazo de poker, aquella carta que viene en blanco para que la puedas adaptar a aquella que te falta.
En el juego de Oliver, soy todas las cartas posibles. Quisiera ser como él, parece amoldar el aire a su alrededor para encajar a donde sea que vaya. Quisiera sentirme bien a donde sea, quisiera ser libre de estar pendiente de los que los otros piensan. Pero siempre elegí esconderme.
El hambre no se sacia así que Oliver me compró algodón de azúcar y ambos recorremos los juegos viendo a cuál entrar.
-quiero ir a las tazas giratorias. -me dijo Oliver mientras íbamos de la mano.
-¿tazas giratorias? -pregunté con una sonrisa- ¿ese juego no es para niñas? -comí un poco de mi algodón de azúcar, ya le quedaba poco.
Oliver hizo una mueca divertida, sacó su lengua y puso sus ojos en blanco. Después me miró y señaló la fila para subir a las tazas.
-bueno, yo no veo ninguna niña ahí ¿y tú?Y efectivamente no habían niñas a esa hora en el parque, ya había anochecido. Todos eran parejas, hombres y mujeres como de nuestra de edad o mayores esperando a subir. Quizás se quieren subir ahí porque es una de esas tonterías que los hace sentirse vivos o quizás porque el resto de los juegos tienen una fila muy larga. Sea cual sea el motivo, nosotros también lo estábamos haciendo. Aunque yo no llego a entender aún el motivo de todo esto.
Terminé de comer mi algodón de azúcar y caminamos hasta la fila. Llegamos y veo a Oliver sonreirme y yo le sonrío y bajo la mirada instintivamente. Lo hago porque me intimida su sonrisa, quizás me intimida llegar a sentir tanta felicidad al verlo.
-y bien... ¿has venido al parque alguna vez? -me preguntó mientras me abrazaba por la cintura.
Inevitablemente subí la mirada para ver su rostro y negué con la cabeza.
Y ahí está esa mirada otra vez. Me analiza, me pregunta si lo que digo es cierto y como todo lo que le he contado, es cierto. Mi vida es una infelicidad constante pero no le doy paso a que sienta pena por mi porque no la merezco, ni tampoco debería sentir pena si tampoco yo mismo la siento.
-me agrada ser parte de tus primeras veces. -me habla casi en voz baja, pero lo suficientemente alto para que lo escuche yo entre todo el ruido y lo suficiente como para que ninguna de las parejas cercanas nos oigan.
-eres todo. -le dije en voz baja. Me puse de puntas de pie mientras apoyaba mis manos en sus hombros y llegaba a su oído- no importa si son mis primeras veces o no, lo importante es que son las mejores veces. -le dejé un beso en los labios y lo vi sonreír.
Lo sentí acariciar mi cintura y miró hacia el cielo.
-¿por qué todo tiene que parecer sacado de una película contigo? -bajó la mirada hacia mi.No supe que responder a eso.
-haces que todo parezca mágico. -terminó de hablar.
Le sonreí grande.
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Gula
FanfictionKelliver Kellin Quinn es un joven de 27 años con extraños hábitos alimenticios y un difícil estilo de vida. Sintiéndose un depredador visualiza a su nueva presa: Oliver Sykes, su nuevo compañero de trabajo.