Capítulo 3

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∆ El Plan continúa ∆

Olaf está como loco, se soltó de su correa y comenzó a correr, llegó hasta donde una señora, le besó la pierna y salió otra vez corriendo.

Se detiene a saludar a cada persona que ve hasta que se detiene oficialmente en una,más bien en uno.

-Hola- dice aquél chico con los ojos más lindos que eh podido llegar a ver.

-Hola Jack- digo un poco apenada por Olaf-Perdón si te molestó

-Para nada, solo es un perrito- dice riendo

¿A caso quiere matarme con aquella sonrisa perfecta?

-Bueno, Olaf es hora de irnos- digo y le pongo la correa.

-Adiós Elsa- dice y se va caminando

Camino a casa con ánimo, al menos Olaf me había dado una oportunidad de hablarle a Jack.

Ya sé que parezco una psicópata... Pero que le puedo hacer.

Tomo mi cuaderno de dibujo, pero no para hacer otro dibujo absurdo, si no para escribir.

"Otras de las cosas que tú nunca sabrás, será que seguiré escribiendo las cartas, a pesar de nunca enviártelas"

Escribirle a Jack me desahoga, Mérida había bajado todos mis animos de enviar una carta, pero nunca podrá quitarme las ganas de escribir.

Salgo de mi habitación y voy hasta donde mi abuela, estaba acostada en su cama, durmiendo, a pesar de ser las 6 de la tarde ella está ahí, durmiendo.

-Descansa- le susurro, mirándola ahora me doy cuenta de lo ya vieja que está y de lo cansada que se ve.

Salgo de la habitación, veo que Anna está viendo las noticias, mientras llora.

-¿Qué pasó?- pregunté, mi mirada se centró en la televisión, y ahí lo comprendí.

No necesitaba su respuesta, con aquella imagen lo tenía todo muy claro, mis padres... Nuestros padres habían muerto.

Me siento en el suelo al lado de Anna y comienzo a llorar, por que es lo único que puedo hacer ahora.

Haga lo que haga ya no los tendré aquí para abrazarme y contenerme.

Despierto en la alfombra de la sala de estar, Anna se había ido a su habitación, yo me había quedado dormida, me miro en el espejo, tengo un hilo de saliva en mi mejilla, los ojos rojos e hinchados, probablemente por haber llorado tanto o quizá por no dormir lo suficiente.

Voy a la habitación de mi abuela, la escucho colgar el teléfono, mientras comienza a llorar.

-¿Ya te enteraste Abu?- le pregunto y ella asiente, lo único que hacemos es abrazarnos como si nuestra vida dependiera de eso.

Hace unas horas atrás podía sentir este mismo calor de parte de mis padres, y ahora no tenía nada más que conformarme con este abrazo, que aunque me reconforta, no es nada a comparación de lo que necesitaba en estos momentos.


¿Porqué tuvieron que ser mis padres?







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Lo que tú nunca sabrás (Jelsa) |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora