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Si tuviera que adivinar el arma secreta de esta chica, me arriesgaría a decir que es su voz. Cada palabra que dice es capaz de desatar una ola de emociones dentro de su interlocutor. Definitivamente sabe contar historias. Aun siendo algo que le atañe directamente a su difunta madre, es capaz de sacarnos un par de risas a ambos. Una sola lágrima se escapa de sus cristalinos ojos. Me acerco y la retiro con suavidad, en silencio. Una vez que termina, vuelvo a observarla por enésima vez desde que la conozco. Jamás es lo que me espero. No podría predecir lo que hará aunque me pase toda una vida analizándola.

—¿Por qué me miras así? —susurra.

—¿Así cómo?

—Como si fuera un experimento de Ciencias. —Río. Creo que no ha pasado por desapercibido mi atención para con ella.

—Porque intento descifrarte —admito —. Nunca reaccionas como creo que lo harás. Me sorprendes cada vez que nos vemos.

—¿Algún ejemplo? —pide. Lo pienso un momento.

—La primera vez te veías enfadada y reservada —explico —, siempre escuché que eras la que rompe el hielo. Y no lo hiciste. A merced de eso, cuando tiraste mi investigación creí que sólo seguirías tu camino; en cambio, te mostraste apenada y ofreciste tu ayuda. —Comportamientos que hasta la fecha me siguen pareciendo incongruentes.

—Continúa.

—Después, simplemente no entendí cómo te confundiste de sanitarios. —Suelto, provocando una de sus características sonrisas —. Por último, vi cómo paseabas y reías con Jordan. Y él te tomaba de la cintura. Parecía que están juntos. —Lo creí, juro que creí que el casanova había conseguido a la chica.

—Manipula la situación para que parezca, pero no —dice.

—Eso quiere decir que sigues con el chico de Davis —contesto. No creo que una relación de tres años se termine sin más —. Max, ¿cierto? Escuché que es el capitán de las Panteras —menciono, como tema de conversación.

—Era —me corrige.

—¿Lo reemplazaron? —curioseo.

—Se cambió de escuela. Y de casa, de ciudad y estado civil. Ya no es mi novio.

Otra sorpresa.

—Lo... lo lamento. Qué idiota, no debí mencionarlo —balbuceo.

—No te preocupes. Sólo llevábamos tres años juntos —ironiza. Podría apostar que el sarcasmo es su defensa contra la tristeza que eso conlleva.

—¿Cómo fue que terminó así? —pregunto sin poder evitarlo. En serio, con esta chica nunca puedo saberlo.

—¿Listo para escuchar otra historia? —dice, decidiendo contarme.

Max Carson realmente es un completo imbécil. Carol está completamente enamorada de él, eso es obvio. Por eso mismo no se da cuenta que de no ser por ese mensaje su madre seguiría con ella. No sólo eso, sino que el muy cobarde se largó a otra ciudad sin poder dar la cara. A la mierda esa visita que le hizo. ¿Cómo puede ilusionar así a su novia para concluir diciendo que tienen que terminar? Tal vez por eso se quieren, ambos actúan sin sentido alguno. Claro que, no mencionaré nada de esto en voz alta. No creo que mis comentarios sean bien recibidos.

—En fin, él dice que volverá. Sólo me queda esperarlo —termina.

—¿Puedes hacer eso? —le pregunto —. Es decir, ¿no crees que podrías volver a enamorarte antes que eso pase?

—No, claro que no. Max es todo lo que puedo necesitar. Para mí, no hay nadie más.

Tengo que admitir que conozco esos pensamientos. Entonces, ¿cómo podría discutirle si pensamos igual? Ella esperará por un amor que tal vez no vuelva. Yo esperaré hasta ver de nuevo a Emma. Fin de las lamentables historias.

—Es tu turno —anuncia —. ¿Por qué Patrick te odia tanto? —Me río.

—El sentimiento es mutuo.

—Pero ¿por qué?

—Larga historia —la evado.

—Tenemos tiempo.

—No me gusta hablar de eso —admito —. Puedes preguntarme cualquier otra cosa, pero eso no.

—Bien —se resigna —. ¿Hicieron algo ilegal?

Vuelvo a reír.

¿Y Otra Más?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora