A Carol le gusta chocar conmigo. Vuelve a ser viernes y ella sin falta me intercepta en la esquina del pasillo. Esta vez parece emocionada, como si lo estuviera esperando. Luego me abraza, haciéndome preguntarme de qué me perdí.
—Que bueno que te encuentro —me dice.
—Definitivamente lo éstas haciendo rutina, Carol —me quejo.
—Lo lamento, necesitaba verte y no tengo tu número ni nada. —Por fin mme suelta.
—¿Verme? —pregunto, confundido —. ¿Por qué?
—¡Carol! —Patrick la llama desde fuera de un salón.
—Mierda —farfulla. Me jala del brazo hacia el otro lado. Intenta abrir los salones a nuestro paso hasta que encuentra uno y nos mete dentro.
—¿Te volviste loca? —digo. No pueden encontrarnos juntos en un salón de clases, menos a solas —. Debo llegar con Lucía. —Esa es otra razón.
—No te hará nada por llegar un poco tarde —quita importancia
—De acuerdo, pero dime qué demonios fue eso —demando.
—Larga historia. De eso quiero hablar.
—¿Por qué yo? —cuestiono.
—Porque me escuchas — dice, como si fuera lo más obvio del mundo —. Cállate o harás que me arrepienta. —Abre un poco la puerta y se asoma. Parece una de esas caricaturas espiando a la gente.
—Parece que huyes de la Justicia —me burlo.
—Chitón, Auden.
—Te daré mi número —ofrezco —. Quedamos más tarde, déjame ir.
—Bien —accede.
Una hora después —exactamente— me llama. Ella asegura que puede esperarme, por lo que acordamos vernos en la cafetería que está al frente. Voy a mi clase de Física aunque me la paso completamente ausente. Me pregunto qué tiene que decirme que la pone así y encima involucra a Jordan.
•°•°•
—¿Por qué tanta urgencia? —pregunto, mientras nos sentamos.
—Porque llevo toda la semana esperando encontrarte, pero no había tenido suerte —contesta, masajeando sus sienes.
—¿Qué tanto tiene que ver con Jordan? —Eso sí que me mata de curiosidad.
—Todo.
—Sabes que no le agrado, ¿verdad? —le recuerdo. Por supuesto que lo sabe.
—Me importa un rábano que no le agrades. A mí me gustas. —Lo dice con tal naturalidad que no puedo evitar mostrar mi escepticismo —. Como persona —añade rápidamente. Creo que mi gesto se malinterpretó —. Quiero decir, no tienes nada de malo. En realidad, eres muy atractivo; pero no me refería a eso. Sino a que eres simpático, amable, comprensivo, me escuchas y... —suspira —. Olvida eso.
—Olvidado. Ahora cuéntame.
Me platica todo lo que pasó desde que lo encontró borracho en la fiesta. Mientras que ella habla, vuelvo a pensar en lo mucho que atraen sus palabras. Me pregunto si así será si canta. La música expresa cualquier tipo de emociones. Cuando la camarera trae lo que pedimos empezamos a comer. Se las arregla para seguir con su historia. Se lleva muy poco a la boca y se tarda años en volver por otro bocado. Hace una pequeña pausa cuando dice que la besó. Pausa que agradezco porque me costó trabajo asimilarlo. Y una vez que lo hice me sentí... inquieto.
—¿Lo has evitado todo este tiempo? —pregunto. Asiente moviendo su cabello desde la parte de arriba. El gesto llama mi atención. Su cabello la obedece acomodándose de manera diferente y provocando unas ondas que lo hacen ver mejor.
—No ha sido un trabajo fácil —dice.
—¿No lo estabas ayudando en Trigonometría? —pregunto, dándome cuenta de mi error muy tarde. No se supone que tenga esa información.
—Sigo haciéndolo —contesta. Tal parece que no se percató —, única y estrictamente eso.
Algo en su tono me hace querer analizarla de nuevo. Sus palabras son contundentes. Demasiado para que no se lo haya pensado al menos un par de veces. Si Patrick no le interesa, ¿por qué le da tantas vueltas al asunto?
—¿Qué intentas descifrar ahora? —me dice, notando mi mirada.
—La razón por la que huyes —respondo.
—Ya te lo dije: Max. —Niego. Su ex novio no tiene nada que ver.
—Esa es tu excusa, no tu razón —apunto.
—¿De qué hablas?
—No pudiste decir lo que te pidió.
—Porque lo tenía a centímetros de mí.
—Entonces podrás hacerlo ahora —la reto.
—¿Qué? —pregunta.
—Mírame a los ojos, y dímelo a mí —ordeno. Hay algo más. No estoy seguro de por qué pero en verdad quiero que me lo diga. Ella lo hace obedientemente.
—No siento nada por Patrick Jordan.
«Jamás lo sientas, Car».
—Entonces no tienes nada que temer —aseguro —. Necesitas escucharlo y aclararle todo. Sin momentos incómodos.
—Suena más fácil de lo que es. —Hace un mohín indicándome que no le gusta mi idea.
—Deja que se acerque en los pasillos —propongo —. Un lugar abierto, con personas, no puede salir mal.
—Bien —accede.
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¿Y Otra Más?
Novela JuvenilSu cabello castaño que se ve hermoso tenga el tamaño que tenga. Sus largas pestañas y esos ojos color chocolate que demandan mi atención. Sus mejillas rosadas y esa sonrisa de oreja a oreja con dientes perfectos. La forma en que ese colgante en su c...