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—Auden —me llama mi mamá apenas pongo un pie fuera de mi cuarto. La sigo hasta llegar a la cocina —. Yo lavo, tu secas —me dice, señalando los platos y cucharas que descansan en el fregadero. Pasa de la media noche pero mi mamá quiere limpiar la vajilla. Lo cual sólo puede significar una cosa: quiere hablar conmigo. Cualquiera se sorprendería al saber de todo lo que hemos platicado haciendo esto. Y no necesito sacar el tema, sé que ella lo hará antes que yo —. Entonces...  ¿ahora son novios? —Asiento con una sonrisa. Ella suelta un suspiro —. Qué cliché tan más viejo siguieron, ¿no crees? El hacerse pareja en tu cumpleaños.

—Bueno, no es como que alguno de los dos lo hubiera planeado —respondo.

—Como sea —dice, tronando la lengua —. Supongo que eso quiere decir que ella ya pudo superar a su exnovio, ¿cierto?

—Así parece.

—También que Abigail tendrá que esforzarse más para que le hagas caso —insinúa. La mención de mi vieja amiga me arrebata una risa de diversión mezclada con nostalgia. He estado tan inmerso en la situación con Car que no había pensado en ella y en su hermano Dan desde hace mucho tiempo —. Sigo pensando que ella y tú harían una bonita pareja —continúa.

—Mamá, eso has dicho desde que tengo diez años —protesto.

—Y lo sostengo —responde, guiñándome un ojo —. En fin, mientras te decides a darle una oportunidad no me queda de otra que apoyarte mientras estás con Carol.

—¿Gracias? —Me sonríe.

—Supongo que querrás darle las buenas noches así que ve con ella antes de que se quede dormida.

—Bien. —Dejo el plato que estaba secando en su lugar y doy media vuelta. Me detengo a medio camino, regreso con ella y la abrazo desde atrás. También deposito un beso en su mejilla —. Te amo, mamá. —Luego vuelvo a mi habitación.

Me encuentro con Car sentada en la orilla de mi cama. No sé qué me deja más estático, el sorprenderla con el marco de su dibujo en las manos o lo bien que luce con su cabello mojado y mi camiseta puesta. Decido dejar la puerta abierta por nuestro propio bien.

—¿Soy yo? —pregunta, sus ojos cruzándose con los míos. Asiento —. Me habías dicho que dibujabas, pero no que lo hacías tan bien, Auden. —Vuelve al dibujo —. ¿Cuándo lo hiciste?

—Hace mucho —respondo, acercándome y sentándome a su lado.

—¿Y alguna vez planeabas mostrármelo? —Sonrío.

—No. —Hace mala cara.

—¿Por qué no?

—Honestamente, no lo sé —admito. Tomo un mechón de su cabello mojado y lo coloco detrás de su oreja. Sus facciones se suavizan inmediatamente —. Deberías dormir, Car. Es muy tarde. —En vez de responder, coloca una mano en mi mejilla y me besa.

—¿Es mucho pedir que duermas conmigo? —inquiere, con una sonrisa que de inocente no tiene nada. La risa que me provoca es por mero nerviosismo. Sus palabras me hacen pensar que fue una buena elección el dejar la puerta abierta —. No sería la primera vez —añade.

Una idea surge en mi mente, una forma de seguirle el juego y a la vez no dejarla salirse con la suya:

—Te propongo un trato —digo, pasando mis labios a su cuello y erizándole la piel—: si me dices todas las veces que hemos dormido juntos me quedaré contigo.

—Eso es fácil —asegura, pasando una mano entre las hebras de mi cabello —. La primera vez fue cuando tuve esa cita con Sam. La segunda cuando enfermé hace unos meses y me cuidaste toda la noche porque mis papás estaban de viaje. —Sonrío, aún con los labios en su piel.

—No estás ni medianamente cerca de la respuesta, Carol —le digo, apartándome de ella y levantándome de la cama.

—¿A qué te refieres? —pregunta —. Creo que recordaría si hubiera dormido contigo alguna otra vez. —Río.

De verdad que no tiene ni idea.

—Buenas noches, Car.

¿Y Otra Más?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora