Mi tío nos recibe en el aeropuerto sonriente. Antes de llegar puedo distinguir a una quinceañera de cabellera rubia y ojos azules al lado de un chico de mi edad con descripción contraria: Abi y Dan. Ambos levantan las manos para que me acerque a ellos.
—¡Auden! —grita la rubia, lanzándose a mis brazos. La recibo gratamente. Veo las lágrimas en sus mejillas cuando nos separamos. Las atrapo antes de que caigan.
—Basta, Abi, o querrá irse de nuevo —dice su hermano. Aunque inmediatamente me saluda casi tan efusivo como ella.
Mis papás están a unos metros con mi tío. Aún no salimos del aeropuerto y ya están haciendo planes para esta noche. Saco mi teléfono para encenderlo y poder mandarle mensaje a Car. Si la llamo no podré darle la atención que merece. Ella me contesta segundos después. Le sonrío al aparato al ver todos los emojis que usa.
—¿Duquesa? —pregunta la chica a mi lado, viéndome con una ceja enarcada después de echar un vistazo al teléfono —. ¿Es tu novia? ¿Por fin superaste a Emma?
—Es una amiga —digo, luego de que Dan se interese también.
—¿Puedes presentármela entonces? —pregunta él, quitándome el móvil de la mano para mirar de cerca su foto de contacto.
—No —contesto sin pensar.
—Podrías traerla y salimos en una doble cita —propone Abi.
—Aún no te supera —me susurra el otro.
¿De verdad? Ha estado enamorada de mí desde... bueno, prácticamente siempre. Sin embargo, creo que no puedo verla de otra forma mas que como una hermana menor. Ella lo sabe a la perfección. Creo que por eso odia a Emma. Y como ella es un ángel, jamás le recriminó su actitud. Como sea, unos meses sin verme creí que cambiarían sus sentimientos.
—No creo que quiera cruzar el país para tener una cita —les digo a ambos.
—Qué pena —se lamenta él, exagerando un suspiro.
•°•°•
Creí que el único recibimiento que faltaba era el de mi tía. Pero tal parece que Emma nos acompañará en la cena y ya está en casa. Trago saliva al tenerla frente a mí. Está sudada, con algunos mechones de cabello en la cara y las mejillas coloradas. Tiene un raspón en la rodilla que luce reciente. Llámenme loco por creerlo, pero se ve hermosa. Nos saluda con esa sonrisa que tanto me encanta y no se le quita con la grosera actitud de mi mamá.
—¿No tiene casa propia? —se queja Abi con un cínico mohín.
—La nuestra está al lado y estamos aquí —dice su hermano —. No te quejes, niña.
Voy corriendo al patio trasero para darle alcance a Emma. La encuentro dominando el balón con un gesto de concentración. Me debato entre interrumpirla o no hacerlo por varios segundos y es ella la que habla:
—Adelante, puedes insultarme cuanto quieras. —El balón cae y la chica empieza de nuevo.
—¿Por qué lo haría? —Se detiene y me ve, sigue frunciendo el ceño.
—Porque cualquier persona lo haría en tu lugar.
—No soy cualquier persona —repongo. Ella asiente y vuelve a lo suyo —. ¿Cómo has estado?
—Bien, bueno... he entrenado día y noche y seguiré así.
—¿No irás a casa? —pregunto, a lo que niega. Toma la pelota y la abraza antes de clavar sus ojos en mí.
—Tal vez no sea tan malo contigo aquí. Podemos pasar tiempo juntos. —Me emociono tanto con sus palabras que la decepción para lo que sigue es el doble —: Seguimos siendo amigos, ¿verdad?
—Claro —aseguro, después de carraspear para poder decirlo.
Puede que mis expectativas para estas dos semanas hayan sido demasiado altas...
•°•°•
Cuando tenía cinco, Abi me regaló el primer dibujo que hizo en el jardín de niños. Tres años después me escribió un poema. A los doce no quería separarse de mí cuando Patrick me dio una buena paliza. Hace unos meses lloró toda la última semana que estuve aquí. Me parece perfectamente normal que quiera pasar tiempo conmigo; no que se la pase encerrada en casa porque Emma está aquí. Tal vez me esté dando demasiada importancia pero... no lo sé.
—¿Quieres ir al cine? Nos da tiempo de volver antes de la cena —pregunta Emma.
—Claro —acepto, olvidando por completo en lo que pensaba antes. Mi mamá interrumpe antes de que pueda levantarme de la cama:
—No sales si no llevan a los vecinos con ustedes —ordena. Olvidaba un detalle: mi mamá adora a la rubia.
—Pero...
—Sólo estaremos dos semanas, Auden. Disfrútalas con tus amigos —dice, lanzándole una mirada de odio a la chica a su lado antes de irse.
—Perdona —me disculpo —, ella...
—Está bien —interrumpe, inmersa en juguetear con la única pulsera que siempre lleva —, me lo merezco.
—¿Aún quieres ir? —me arriesgo a preguntar, a lo que niega.
—Mejor salgamos a jugar —propone, intentando darme una sonrisa.
Nada mejor que el baloncesto y la chica que te gusta juntos.
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¿Y Otra Más?
Teen FictionSu cabello castaño que se ve hermoso tenga el tamaño que tenga. Sus largas pestañas y esos ojos color chocolate que demandan mi atención. Sus mejillas rosadas y esa sonrisa de oreja a oreja con dientes perfectos. La forma en que ese colgante en su c...