14.

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Axl.

En las ultimas horas me he dado cuenta que disfruto la compañía de esta chica. En estos días tan turbios y estresantes es la única persona que me ha sacado más de una sonrisa y con la que pueda hablar en paz (aunque sea dos minutos porque después comenzamos a discutir). Esto es algo que no he logrado con cualquiera, pero esto no quiere decir que este teniendo sentimientos por ella, solo tengo una ligera atracción física y una tensión sexual entre nosotros que me tiene las bolas azules pero de ahí a otra cosa, no.

Estábamos en su automóvil afuera de su apartamento y ella había visto al tipo con quien se acostaba (o se acuesta la verdad es que no sé) quien estaba en el pequeño jardin esperándola, noté que agarraba con fuerza el volante.

—¿Estas nerviosa?—cuestioné.

—No, para nada.

—No es lo que parece, te comportas como si él fuese tu novio y yo el hombre con quien lo estas engañando.

Dió un largo respiro—Ese es Kevin.

—¿Y? Lo dices como si lo conociera.

—Deja que te explique. Es mi amigo y es doctor del hospital donde estabas y había estado sospechado que yo era cómplice del escape. Y ahora que ya está confirmado no quiero que venga a sermonearme.

Observé al sujeto y parecía un político, vestido con un ridículo chaleco de punto, debajo una camisa azul marino, pantalones de lino y zapatos demasiados relucientes. Llevaba el cabello perfectamente peinado hacia atrás. En fin el típico ñoño rico de Beverly Hills. No me cabe en la cabeza como una persona tan desenfadada como Mía sea 'amiga' de este tipo.

Bufé—No tienes por qué soportarle sus estupideces, no puedes permitir que nadie tenga control sobre tus actos, eres una adulta y eres consciente de tus actos, el que no le guste como te comportas entonces que se vaya a la mierda.

Suspiró y se le veía angustiada, me pregunto por qué estaba reaccionando así. Tal parece que tiene algún tipo de apego emocional con el ñoño. Quien lo diría.

—Esta bien—hizo una pausa y se agarro el puente de su nariz—Bajaré, no tienes que venir, o mejor dicho no te bajes del auto, espérame aquí.—dijo en tono de amenaza.

—Claro que sí.

Me fulminó con la mirada y salió del auto para dirigirse donde estaba Ken o como se llame. El estaba mirando hacia arriba en dirección a la ventana del apartamento cuando de pronto Mía le dio un toque y este se volteo para encontrarse con ella, este le dió un abrazo un tanto meloso seguido de un beso seco en la boca.

Mía se notaba incomoda ante la muestra de afecto. Comenzaron a hablar pero yo no me enteraba de nada por estar tan lejos. De un momento a otro él la toma con fuerza por la cintura para encaminarse dentro del edificio y conozco su intención. Mía se giro y nuestras miradas chocaron, sus ojos me pedían que la rescatara de aquelomento tan incómodo así que salí del auto rápidamente y llegue hasta ellos.

Estaban ya en la puerta cuando tomé a Mía de la mano.

—Cariño ¿qué haces? Te he estado esperando.—dije en tono suave.

Mía abrió ampliamente los ojos y comenzó a titubear—Es es yo... Ax...

—¡Oh por Dios!—exclamó el tipejo—¡No me me lo puedo creer!—soltó a Mía de la cintura, buen chico.—Soy tu fan número uno amigo.

Hijo de puta no me llames amigo, no soy tu amigo.

El tipo comenzó a hacerme halagos y a la banda, me había contando que fue a casi todos los conciertos del Appetite for destruction, que fue los primeros conciertos del Ilussion y bla bla bla, yo solo sonreía de manera amable. Estaba tratando de sacar mi lado simpático. Pero solo era tratando.

Camino a casa. [𝒆𝒏 𝒆𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora