44.

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Axl.

Me levanto con un espantoso malestar. En primer lugar, por el incómodo colchón y segundo; Lafayette. Desperezco y abro mis brazos ampliamente, noto que Mia no está a mi lado, la busco por la habitación y nada.

Miro por la ventana el viejo vecindario, esta igual como lo deje; desolado y deprimido, aún sigue en pie el gran árbol que rodea mi ventana, el cual me servía de trampolín para escaparme por las noches con Izzy a fumar marihuana.

Mi habitación sigue igual, se pensará que la habitación de un puberto debe estar llena de carteles de mujeres desnudas y sus bandas de rock favoritas, aunque si vives bajo el yugo de un monstruo es imposible.

La puerta se abre y Mia entra a la habitación con el pelo húmedo y ya vestida con ropa limpia. Me sonríe de lado y se sienta en el borde la cama.

—¿Cómo has dormido? —pregunta con voz suave.

—De la mierda.

—Yo también —hace una mueca de disgusto. —Oye tu hermana ha preparado algo para desayunar, porque no tomas una ducha y bajas.

—Mia, ya te lo he dicho...

—Si, ya, que nos iremos hoy, pero no se te va a caer un brazo por desayunar —contestó en tono irritado.

—No entiendes que no quiero pasar ni un minuto más en este maldito lugar.

—Lo has repetido un millón de veces, deja de actuar como niño malcriado, es tu maldita familia, es tu madre, aquí es donde naciste, no puedes borrar ni olvidarte de tus orígenes, por más que lo niegues estas horribles circunstancias te hicieron quién eres hoy. No puedes ocultar tu pasado, no se puede, no funciona maldición—sentencia y sale como un rayo de la habitación, dejándome con un dolor en el pecho.

Ya veo que no soy el único irritado esta mañana. No sé que diablos quiere que haga, ¿qué llegue destilando amor y corazones a todos? Ni hablar.

Bajo las escaleras y desde la cocina escucho el sonido de platos y cucharas moverse, entro y me encuentro con Mia, Stuart, mi abuela y Amy todos sentados sobre el pequeño desayunador desgastado, Mia levanta la cabeza de su tasa y hace un gesto con la misma indicándome que me acerque. Voy hacia ellos y saludo con un apretón de hombros a Stuart, quien se sonríe tímidamente. Siento los ojos de mi abuela sobre mi y la saludo rápidamente para luego sentarme al lado de Mia.

El ambiente esta bastante tenso, casi nadie habla excepto por mi abuela, que comenta de vez en cuando cosas que pasaron recién en el pueblo y que a mi no me podía importar menos.

—Debo ir a llevarle desayuno a mamá —dice Amy mientras se levanta de la silla.

—¿Quieres compañía? Puedo ayudarte, si quieres. —se ofreció Mia.

—Oh no, por ahora estoy bien, solo necesito ayuda con lo que te comente anteriormente.

Mia asiente y Amy se dirige al cuarto de abajo con una bandeja. Stuart se despide al trabajo y nos quedamos solos Mia, mi abuela y yo.

—¿Qué te comentó Amy? —le preguntó casi en un susurro.

—Nada —Mia vacilaba y daba vueltas a su tasa —Me ofrecí para darle cuidados, Amy está muy cansada, ella sola ha tenido que encargarse de todo.

De repente me siento algo culpable por dejarle toda la responsabilidad a Amy, la pobre chica esta demasiado cansada.

—¿La has visto?—le pregunto.

—¿A tu ma...a Sharon?

—Si.

Niega con la cabeza —No, aún no. Deberíamos ir a ya sabes, verla.

Camino a casa. [𝒆𝒏 𝒆𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora