2.

1.5K 102 2
                                    

Nunca en años desde que compre esta casa no existía tanto silencio como hoy en día, desde que Stephanie se fue llevándose consigo a Dylan esto se ha convertido en un terreno baldío donde descansa todo mi pesimismo, las pocas esperanzas y mi mal carácter que ha empeorado desde entonces.

Me quedo mirando unos gabinetes en mi cocina recordándome que no he comido nada en tres días, salvo mi suplemento diario: el alcohol, río para mis adentros pensando en la ironía de que hace meses atrás estaba echándole mierda a Steph por tratar sus problemas con drogas y alcohol y aquí estoy siendo más miserable cada día con una nueva dosis de vodka.

Decido ir hacia el patio trasero, donde se encuentran todos los juguetes de Dylan, recuerdos de verlo correteando y escondiéndose de mí en la casa de madera que estaba sobre el césped invaden mi mente.

¡Aquí viene el lorax!

¡No me atraparas mono feo!

—¡No mono feo aléjate de mí!—corre hacia donde están los columpios.

Corro tras él para tomarlo en mis brazos a lo que él se ríe y grita de felicidad, su risa es el sonido más agradable que jamás he escuchado.

¡No mono feo bájame!—dice riendo y de repente muerde mi antebrazo. Me sobresalto y me deshago de la máscara del lorax.

Para ser un pequeño de cuatro años tienes dientes de cocodrilo— vuelve a reír y yo extasiado sonrió disfrutando de la alegría que me contagia.

¡Axl! ¡¿Dylan!?

¡Uy parece que mami ya ha llegado!

¡Sí! ¡Mami!

Shhh! Vamos a darle una sorpresa.

Dylan asiente divertido y con él en brazos nos escondemos detrás de unos de los grandes árboles del bosque, bajo a Dylan de mi regazo y le hago señas para que se quede en silencio.

— Axl ya estoy en casa ¿Dylan? ¿Dónde están? No puede ser que se haya llevado a Dylan sin mi permiso—dice algo angustiada mirando a todos los lados buscándonos.

Muy bien pequeño, a la cuenta de tres vas a caminar detrás de mí sin hacer ruido ¿Vale?

—Si papi—dijo en un intento de susurro.

Camino despacio sin hacer ruido, estamos detrás de ella, quien esta distraída buscándonos con la mirada, me voy acercando por detrás y me acercó para hablarle con una voz tenebrosa.

¿Nos buscabas nena?

—Puta madre—grita sobresaltada dándose vuelta y golpeándome en el pecho.

—¡Hola cielo gusto en verte!—digo entre risas al unísono con Dylan quien va a abrazar a su madre.

¡Mami te asustaste!—grita Dylan emocionado.

Aún con la respiración agitada toma al pequeño en sus brazos y me mira de mala manera golpeándome en modo de broma en mi hombro.

Harás que me dé un infarto un día de estos.

Quizás más tarde te haré otras cosas que te darán más que un infarto—dije acercándome hacia sus labios para un tierno beso.

Uy creo que Dylan se dormirá temprano el día de hoy—susurra sugestivamente en mi oído.

Nos sentamos horas muertas viendo a Dylan jugar en su patio trasero, yo estaba sentado en el césped y Steph tenía su cabeza recostado en mis piernas mientras bebíamos vino y la brisa cálida nos acariciaba, esto para mi significaba el paraíso, nada ni nadie podía superar este momento de paz y felicidad, ni siquiera el dinero y la fama.

Camino a casa. [𝒆𝒏 𝒆𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora