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Damas y caballeros esta noche les contare la trágica historia de una princesa que no era princesa, de un profeta que no era profeta y de un simpe chico que como imaginaran no era un simple chico.

Pero no os he dicho todo, esta historia es completamente verídica, os lo digo yo que he viajado de reino en reino y nunca miento.

- Es verdad, el gran Edogawa nunca miente- interrumpió un chico que hasta el momento se había mantenido callado y encogido en un rincón.

- shhh, Edgar, no me interrumpas. Bien, como les decía, esta historia es verdadera, no dudéis de mi hermosas damas ni formidables caballeros.

Todo inicio cuando un joven atolondrado, cansado de vivir más en este triste mundo decidió acabar con su martirio, no creáis que no temía a Dios, no, él bien presente tenía que acabar con su vida haría Dios le despreciase, pero realmente ya no tenía más razón para respirar, todo ser que alguna vez hubiese amado acababa en manos de la cruel y despiadada muerte, y no me refiero solo a sus padres pues huérfano era, sino también su joven hermana. No importaba quien fuese, incluso su mejor amigo pereció. Sin embargo, como buen creyente de Dios que era, rogo al cielo por compasión, rogo por una señal, rogo por perdón y por una pisca de ánimo para continuar.

Lo tenía todo en realidad, pues estaba al servicio de los reyes, tenía suerte en todo, menos para la convivencia con otros seres, pero ¿qué tan bueno puede ser el dinero cuando estas solo y tu corazón duele como si lo acuchillaran cada momento del día?

De cualquier forma, este chico rogo por días, rezo, y solo Dios sabe por cuánto tiempo. Cansado de no obtener una señal, decidió acabar con su vida, quizá san Pedro se apiadase de su pobre alma y no le condenase dejándolo fuera del cielo.

Dono todo su dinero a hostales y huérfanos, incluso tuvo oportunidad de encontrarse con un chico desgraciado que seguía intentando vivir, sabiendo que era lo mejor para ese pequeño le dejo una buena cantidad de su oro y con las monedas que le quedaron compro una soga.

Y así, imitando la acción de Judas Iscariote, se fue a un lugar separado y se colgó.

Sintió el tirón en su cuello, como sus pulmones picaban por la falta de oxígeno, como su cuerpo sufría por lo que hacía y solo sonrió.

Más la historia no acaba ahí pues lo siguiente que supo el pobre desgraciado es que un chico pelirrojo con alas y de ojos azules estaba junto a él, en cuanto lo miro solo pudo pensar que realmente el cielo había abierto sus puertas, para él. Al menos hasta que chico empezó a hablar, pues ¡que vocabulario tan fluido tenia! le llamo de formas en que yo no me atreveré a decir por respeto a las hermosas damas que ahora escuchan mi relato, al final luego de llamarle de todas las formas posibles, confeso ser un ángel mandado para ayudarle, uno con la habilidad de ver el futuro. Le dijo que se quedaría con el hasta el final de sus días, que ambos salvarían el reino pues una tragedia se acercaba y que sin importar que, nunca mencionara su naturaleza, pues para ojos de los demás solo sería un humano, sin embargo, como todos sabéis, si él iba a decir al palacio que una tragedia ocurriría podría ser tratado como un brujo o hechicero, por lo que lo matarían. Así que el ángel le dio una de sus alas para así demostrar que Dios realmente lo mandaba. Fue una hermosa blanca y suave ala, de aproximadamente 10 pulgadas.

El pelirrojo y el castaño se dirigieron al castillo, donde solicito una audiencia con el rey. Si bien le costó obtenerla, el trabajar para en el castillo con anterioridad le sirvió de mucho. Una semana después lo citaron, más no solo se presentó ante el rey, sino también la hermosa reina, algunos consejeros, hombres de Dios y unos cuantos condes.

Conto como un ángel se le había aparecido y le había predicho tragedias para el reino se acercaban, como debían estar preparados para todo y no confiar en reinos vecinos pues de ahí venia la amenaza, y como prueba de que no mentía mostro el ala que el ángel le había dejado.

VidasWhere stories live. Discover now