Siempre había sabido que el único que podría matarle seria Chuuya. Aunque sería mas correcto decir ''el único al que le permitiría martarle''.
Por eso, pese a tener la vista nublada por la perdida de sangre le miraba fijamente, esperando acabase con su sufrimiento, por Dios, que él no era partidario del dolor ni de morir de forma lenta. Lo que no esperaba era que Nakahara se resistiera tanto. Si tan solo lo hubiese apuñalado desde que recibió esa bala, en vez de cargarlo durante mas de 5 minutos se habrían ahorrado mucho dolor, los dos.
- Hazlo - le exigió
-La doctora de la agencia casi llegará. No hagas esfuerzos inútiles y deja de hablar.
- El único que esta haciendo esfuerzos inútiles eres tú, sabes que ella no podrá ayudarme, en cuanto me toque se anulará. - solo estaban alargando su dolor, si iba a morir, si la muerte al fin le tendía los brazos, quería ir a su encuentro sin mayor demora- Chuuya, por favor- esta vez, en vez de exigir, le suplicó. Al menos, el pelirrojo se quedaría con el recuerdo de verle rogar por una vez en su vida.
- Yo...
-Siempre quisiste matarme, puedes cumplirlo ahora.
La duda se reflejaba en los orbes azules, pero tras considerarlo, suspiró, y cerró los ojos, al abrirlos ya no había rastro de ella.
Esta vez quien cerro los ojos fue Osamu. al sentir el metal tocar su pecho y el cuerpo de Chuuya cerca del propio susurró ''Gracias, compañero''.
Después todo se volvió oscuridad.
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Vidas
FanfictionDamas y caballeros esta noche les contare la trágica historia de una princesa que no era princesa, de un profeta que no era profeta y de un simpe chico que como imaginaran no era un simple chico. Pero no os he dicho todo, esta historia es completame...