𝙨𝙖𝙗𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙗𝙞𝙚𝙣, 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙨𝙚𝙧𝙖́ 𝙘𝙪𝙚𝙨𝙩𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚 𝙙𝙞́𝙖𝙨.

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— ¡Se la pasa drogándose Erick! — podía oír a mamá desde abajo.

— Es un chico, tiene 19 años, eso hacen, van de fiesta, se divierten. — respondió papá un poco cansado — Yo también lo intenté un par de veces de joven.

— ¡Pero lo hace más de lo que debería! Hoy limpié su habitación ¿Y sabes qué fue lo que encontré bajo su cama? — me levanté de inmediato y me fui a fijar dónde escondía mis cosas — Condones, eran cientos, papel ese para enrolar o lo que sea, un montón de pipas de todos los tamaños y coñac, eso le hecha a su café por las mañanas y se lo pone al jugo del almuerzo. — maldición, puedo escuchar como su voz se quiebra — Los mezcla con los medicamentos que le ha enviado su terapeuta para que esté lúcido — suspiré mientras comenzaba a caminar hasta el baño — Lo estamos perdiendo. — mamá lloraba cada vez más intensamente — Este no es el niño que yo críe.

— Mary...

— Es mi culpa, y tuya también, tú por no enseñarle bien y yo porque no fui insistente. — no mamá, no ha sido tu culpa — Este solo es el principio ¿Entiendes? — abrí el espejo dónde estaban las cosas del baño, busqué con cierta desesperación entre el cajón del mueble hasta que finalmente encuentro lo que quiero — Un día de estos abriré la puerta de su cuarto y estará muerto en el piso, aunque tal vez sea lo mejor.

— ¡Mary!

— Yo no pude hacer nada por él, pero tal vez sea mejor que ya no sufra ¿Sabes? — sí, tal vez sea lo mejor — Si es tan infeliz aquí, no pienso atarlo a mí, en especial si nos estamos lastimando todos, así ya no podrá hacerse daño, si es lo que él quiere, lo respetaré, nunca he podido decirle que no y eso fue lo que nos trajo aquí, no seré una egoísta.

Cierro la puerta del baño para no escucharle más, me deslizo por esta y en mi puño presiono la pequeña navaja que siempre me ayuda a alejarme de todo.

Finn hijo de... un corte.

Finn amigo de... el segundo un poco más cerca de mi palma.

Finn el de la banda... otro más abajo.

Finn el guitarrista de... y con ese podría terminar con todo, podría ser vertical y librar al mundo de alguien inservible como yo.

Pero no puedo, soy una gallina y nunca he logrado hacerlo.

Por lo que simplemente termino de pintar el paisaje en mi muñeca con uno último justo debajo del primero, mis demonios se escapan por entre las grietas, como si los estuviera liberando.

Y me siento vacío.


...


Las heridas arden por debajo de mis muñequeras, aún son demasiado recientes para cubrirlos, necesitaban respirar, sin embargo debía ocultarlos. Hoy comenzamos la gira de entrevistas para promocionar el nuevo disco y tengo que pretender que todo esta bien, lucir bien frente a las cámaras, como si todo conmigo estuviera en los lugares correctos, en especial porque daremos un concierto en Faircrest Heights Park, para un grupo grande de fans mientras Buenos días Canadá lo transmite en vivo.

— ¿Estás bien? — preguntó Jaeden mirándome como si me inspeccionara lentamente.

— Necesito aire. — solté mientras sentía que el espacio era cada vez más pequeño, no podía respirar.

— Estamos al aire libre. — exclamó poniendo una mano en mi hombro, sonaba preocupado, yo solo negué y comencé a caminar lejos del pelotón que se conglomeraba tras el escenario en dónde nos presentaríamos dentro de poco, los guardias me dejaron irme con solo ver mi cara de pánico. Mentalmente afectado, mal hijo, terrible amigo, pésima persona ¡Claro! y también extrañamente claustrofóbico, aunque dudo que ese sea el término correcto ya que estoy afuera, yo que sé.

Esperaré por ti; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora