𝙮𝙤 𝙘𝙪𝙞𝙙𝙖𝙧𝙚 𝙘𝙖𝙙𝙖 𝙢𝙞𝙣𝙪𝙩𝙤 𝙙𝙚 𝙩𝙪 𝙙𝙞́𝙖

1.3K 190 59
                                    

Japón, Taiwan, Malasia, Singapore, Indonesia, China, realmente yo ni siquiera conté los países, solo iba de una lado a otro haciendo lo mismo, de habitación en habitación, de un avión a otro, de escenario en escenario, de camerino a camerino, simplemente no podía quedarme quieto, es como cuando estás en el medio del océano, si no nadas, te hundes.

Yo me quedaba quieto, me quedaba solo, me quedaba sin nada que hacer y me rompía, en pedazos más pequeños de los que ya era, acababa con lo poco que quedaba de mi ser, todo se me venía encima, era literalmente una bola de nieve, constantemente se volvía más grande por cada día que yo evitaba pensar en mis problemas y emociones pero negaba a detenerla, solo la dejaba crecer.

En un intento por salvar lo que quedaba de mí empecé a salir de nuevo, un club diferente cada noche, un millón de tragos diferentes cada noche, una chica nueva cada noche, un paquete nuevo de preservativos cada noche, un demonio más cada noche.

Se me salió de las manos de nuevo y volví a ser lo que era antes.

Un inútil dependiente. Ahora dependía del alcohol, dependía de no estar sobrio, dependía de no quedarme lúcido, dependía de chicas que no me dejaran pensar en nadie más que en mí y en ellas, dependía de esa música depresiva para olvidar.

Fue un milagro que nadie notara lo que estaba sucediendo conmigo, creo que entendían que necesitaba mi espacio y mi tiempo, pero ni siquiera yo mismo me lo estaba dando.

No requería momentos para meditar y superar, lo que me urgía era no pensar en nada. Todas las noches esperaba a que la muchacha en turno se durmiera, entraba al baño, me tomaba varios de mis antidepresivos con una botella de coñac y rasgaba mi muñeca mientras pintaba un paisaje hermoso que reflejaba quién había sido cuando fui feliz.

Era casi una rutina diaria.

¿Me hacía sentir mejor?

No.

Solo me hacía olvidar y eso era mejor que nada.


...


— ¡Suelta eso saldremos que en 50 minutos! — exigió Jack tratando de quitarme la botella con vodka de mis manos.

— ¡NO! — grité furioso ¿Por qué debía meterse en mis asuntos? si yo quiero me bebo hasta la conciencia y él que se pudra — Déjame en paz.

— Finnegan estás ebrio y no puedes tocar, debes dejar de beber. — el enano aún seguía forcejeando.

— ¡DÉJAME SOLO GRAZER!

— Basta no te hagas esto más. — pidió sacudiéndome de los hombros.

— VETE. — ¿Por qué mierdas no me deja solo? pero no el castaño jamás me dejaría en paz, se volvió a acercar a mí y forcejeamos otra vez, él jalaba, yo jalaba y de un momento a otro la botella estaba rota entre mi manos que comenzaban a chorrear sangre por los pedazos que se incrustaron en mis palmas, el liquido quedó vertido en el piso y todo se destrozó, como yo, yo estaba destrozado, no, peor que eso, yo estaba jodido.

Miré los pedazos en el suelo y caí de rodillas, estaba todo roto, yo me caía a pedazos y no solo me estaba hundiendo a mí mismo, me estaba llevando a los demás conmigo, así de egoísta era.

El contrario se acercó y sentí sus brazos rodearme de manera sobre-protectora, yo me aferré al enano y sentí mis ojos cristalizarse, no rayos, no ahora, no era el momento correcto para desmoronarme y dejar ir lo que he tenido meses guardado.

— Todo está bien Finn. — susurraba de manera gentil — Déjalo ir, todo mejorará, lo prometo, todos te estamos apoyando, no estás solo.— suspiré, me alejé del castaño, me levanté y limpié mi cara mientras trataba de ignorar el nudo en mi garganta.

Esperaré por ti; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora