𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙨𝙖𝙨 𝙡𝙖́𝙜𝙧𝙞𝙢𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙛𝙚𝙡𝙞𝙘𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙧 𝙥𝙖𝙨𝙖𝙧

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La resaca me mataba, era una maldición y ni siquiera recordaba nada de lo que había dicho o hecho anoche, bueno recordaba una chica, solo esperaba haber usado protección, siempre soy tan idiota que no estaba tan seguro. Me dolía la cabeza como si me la estuvieran taladrando y además la luz me molestaba, por suerte no tenía nauseas esta vez.

A medio día cuando me sentí mejor, bajé a desayunar y encontré a mamá llorando en la cocina, me alarmó de inmediato, pero al tratar de acercarme ella me alejó.

— ¿Qué pasa mamá? — pregunté confundido, se limpió las lágrimas y me miró con frialdad.

— ¿No lo recuerdas Finnegan? — arrugué las cejas confundido—— Llegaste ayer a las cinco y media de la mañana, no te reconocí ¿Qué sucede Finn? — preguntó mientras ponía sus manos en mis mejillas — ¿Eres tan infeliz como has dicho?...

— ¿Qué pasa? — cuestiona asustada, yo me balanceo en el umbral de la puerta — ¿Dónde has estado?

— ¿Dónde más? — suelto con una voz pesada y confusa — ¿Te has preguntado porqué hago esto? Mamá.

— Cariño...

— No, en serio. — la corto con una risa cínica — Porque yo sí y te culpo, lo hago porque soy infeliz, mamá, tú me hiciste así, tú me tuviste y así nací, defectuoso, esto es tu culpa ¿Por qué me creaste así mamá? — la miré con impotencia y a los segundos me desplomé en la sala perdiendo la conciencia.

Trago hondo, bien Wolfhard ahora has involucrado a tu propia madre en tu propia mierda. La miro tan triste y la abrazo muy fuerte, no le diré la verdad, no pienso decirle que en realidad sí me siento tan horrible, ha sido tan buena, que yo me haya metido en esto no es su culpa y soy tan egoísta al decir todo lo que siento en voz alta y lastimar los otros.

Yo vivo por los demás.

— Mamá lo siento, la verdad me fui de fiesta ¿Sí? — le acaricio la espalda — Digo idioteces cuando estoy ebrio y drogado, lo siento, perdón ¿Me disculpas? — me alejo un poco y le miro apenado, suspira y sonríe al instante, mamá es feliz tan fácil, me gustaría ser así.

— Está bien, cariño. — acomoda mi cabello en un gesto maternal y luego me palmea la mejilla, auch — Pobre de ti si vuelves a llegar así de nuevo, te castigaré y no me importa que tengas 19 años ¿Me oíste? — vuelve a lo que hacía en la cocina pasándome un plato con fruta.

Y me siento mal porque en realidad yo hago eso seguido, pierdo la conciencia más veces de lo que estoy sobrio, muchos de mis amigos lo ven normal y para mí lo es, pero para mi progenitora no, está tan ciega, tal vez también yo lo estoy.

— Cuando termines tu desayuno quiero que te alistes. — sentenció de la nada, sacudí mi cabeza y la miré.

— ¿Qué me aliste? ¿Para qué mamá?

— Necesito que me lleves, iré con el grupo de mujeres a plantar árboles y otras flores en una escuela de bajos recursos, además les llevaremos unas cosas y está algo lejos, no iré caminando cariño.

Bien, llevaría a mamá a la cosa, era lo mínimo que podía hacer por ella.


...


— ¿Pasarás por mí más tarde, Finnegan? — mi madre me miró antes de cerrar la puerta del carro.

— Por supuesto. — le sonreí de lado, solo quería irme a casa a dormir por esta maldita resaca.

— Bien cariño, diviértete. — me tiró un beso y se acercó a alguien que parecía estar repartiendo palas o algo, habían muchas mujeres ahí de hecho ¿Acaso no tenían nada que más hacer que venir a plantar árboles y regalarles libros a niños? A esa edad me importaba un bledo si había plantas o no en mi escuela, y entre menos libros mejor.

Esperaré por ti; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora