"Renuncio"

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Los primeros días en el instituto han pasado bien, solo Carla arruina un poco los días, pero no la tomo en cuenta. Con Rosi nos hemos hecho más amigas últimamente, tenemos varias cosas en común.

—Entonces, ¿mañana se juntarán con Eric? —pregunta Rosi, yo asiento— ¿Y qué dijo cuando lo llamaste?

—Aún no lo hago, quiero llegar a casa, comer algo y después tomar las fuerzas para hablarle —la verdad me da un poco de miedo verlo otra vez, la última vez que lo vi no se veía muy feliz en que sea su tutora de ballet. Eso y todo lo que me contó Demi me hacen querer desaparecer de su vida.

—Vamos Mel, todo saldrá perfecto —Rosi es una buena amiga, siempre tiene palabras de aliento para mí— mantenme informada de todo, quiero saber cómo sigue esa clase.

—Lo haré, te contaré todo, aunque creo que ya sabes cómo será, Eric es muy testarudo, solo quiero que pase el día del ensayo —y cuanto desearía que ya se acabara.

—Lo sé, yo tuve suerte con Max, no es tan mal aprendiz —Max es el jugador que le tocó a Rosi, y es un amor de persona.

—Aquí viene mi metro, te hablo más tarde.

—Nos vemos el lunes —me despido de Rosi y me subo al metro, estos últimos días lo he aprendido a usar un poco mejor, al menos no me he perdido y he llegado bien a casa.

Estoy en la hora en la que todos salen de sus trabajos, universidades o donde sea que estén, el metro va tan lleno que apenas alcanzo afirmarme.

¡Como me gustaría tener un auto para poder movilizarme en esta enorme ciudad!

Minutos más tarde me bajo del metro, subo las escaleras y salgo a las calles de Nueva York, ya se hizo de noche y las luces de la ciudad inundan el paisaje de cemento, los últimos días han estado menos fríos que el día que llegué, solo espero que sigan así.

Meto las manos a los bolsillos de mi chaqueta y camino cabeza agachada a casa, Ro ya debe estar allá.

—Ro, ya llegué —hablo entrando.

—Hola, enana —Ro asoma su cabeza por el umbral de la puerta de la cocina.

—Mmm ¿y ese olor tan exquisito? —elevo la nariz dramáticamente.

—Es tu día de suerte, cociné algo muy rico para que celebremos tu llegada —Ro desaparece hacia la cocina.

—¿Qué? —la sigo.

—Si enana, ya ha pasado casi una semana desde que llegaste y no hemos tenido tiempo de celebrar que has llegado hacerme compañía y cumplir tus sueños. Además, ya sabes lo que dicen.

—¿Dicen de qué? —porqué Roxane es tan complicada para expresarse.

—Hoy es viernes...

—Y mi cuerpo lo sabe —termino la frase.

—Así es, ahora ve a cambiarte, comeremos algo rico y luego iremos a bailar.

—¿Iremos solas?

—Los chicos deben estar por llegar —Ro me observa de reojo y se ríe— he invitado un sexy pelirrojo para que te diviertas.

—¡Roxane! —me tapo la cara, algo recorre mi cuerpo al recordar a Sam. Esta semana se ha portado muy bien conmigo. Es muy cariñoso y siempre tiene palabras de aliento para mí.

—Ya anda a prepararte, antes que llegue y te encuentre con cara de estudiante promedio — giro sobre mis talones y me voy a mi pieza, dejo mi bolso, cojo una toalla y me voy a dar una ducha.

Bajo el agua inspecciono mis pies, solo una semana de ensayos y ya comienzan a tener heridas o, mejor dicho, medallas de guerra. Sí, ese nombre les queda mejor. El agua cae por mi cuerpo, me siento feliz, me gusta la idea de salir a bailar con mis amigos.

En puntas (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora