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En la escuela Françoise Dupont, los alumnos vagaban en los pasillos, el recreo recién iniciaba.

Ya habían pasado 20 años, los suficientes para que Gabriel se casara con Charlotte y tuvieran un hijo, Adrien Agreste.

Este último buscaba una persona mientras corría por los pasillos sin cuidado alguno de estrellarse con la persona menos indicada.

—¡Agreste!

El nombrado frena ruidosamente pues la suela de sus zapatos causó un sonido muy molesta, un derrape.

Casi cae debido a la velocidad a la que iba pero el director era alguien a quien él siempre obedecía.

—Director Damocles.

Con una sonrisa nerviosa, se acercó al imponente hombre que estaba por hablar. Un chico mayor que Adrien entra corriendo al lugar; asustado, tembloroso, pálido.

En pocos segundos, una mujer rubia vestida de un elegante atuendo de boda entró. Aunque estaba hecho un desastre, agujeros por todos lados, un tono café en vez del blanco característico y lo peor de todo, era su rostro.

La mitad estaba normal, hermosa podría decirse, como el rostro de una feliz mujer a punto de casarse. Por otro lado, la otra mitad parecía el rostro de una muñeca enfurecida, con los ojos escalofriantes.

Cada chica que la "novia" tocará, se transformaba en un anillo de bodas que ella podía transformar a cualquier tamaño, alterando el diámetro y grosor, incluso el material del que estaba hecho.

—¡Me engañaste maldito bastardo!—gritó enfurecida mirando con odio en sus ojos al chico que corría.

Adrien logró esconderse del peligro junto a una chica de ojos azules que miraba la situación sorprendida. Era la primera vez que algo así sucedía en París.

La víctima estaba atrapada debido a los anillos que mantenían su cuerpo inmóvil, con nulas posibilidades de escapar. En total, eran 20 anillos que rodeaban su cuerpo, todos fueron una chica antes de ser tocados por la novia.

—Tu sera à moi pour toujours!

Serás mío para siempre, fueron las palabras antes de que una flecha atravesara su vientre, creando una cascada roja.

A los pocos segundos, ella murió, transformándose en cenizas instantáneamente, eliminando cualquier rastro humano.

Desde el techo de la escuela, un hombre se alzaba, sosteniendo el arco que normalmente era acompañado por una flecha y no por el viento.

Era rubio y de ojos azules, con un semblante imponente, majestuoso como un pavo real, poderoso.

Le Paon, Gabriel Agreste.

—Hay una nueva mariposa, Duusu.—murmuró aún mirando las cenizas—Será una larga cacería.

Nadie sabía quien era él, pero a partir de este día, la peor etapa estaba por comenzar para París.

Una Ladybug rubia

Una Ladybug rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora