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⚠️¡Advertencia!⚠️
El siguiente capítulo contiene escenas para mayores de »16« pero sé que van a ignorar este mensaje. Están advertidos pervertidos.

Pasó una semana desde la desaparición de Juleka quien no dió señales de vida.
Luka y Rose temían lo peor pero no hubo rastros de ella en las comisarías cercanas a donde era la entrega del paquete.

No querían arriesgarse pero no les quedó de otra que ir ellos mismos con el chico castaño quien les proporcionaba la droga.

Eran consientes del asunto en el que estaban metidos, sin tomar en cuenta que pronto sus cuerpos reclamarían recibir la droga de la cual dependían y era por esa misma razón que sólo consumían poca heroina cada dos semanas.

—Tu cabello es demasiado evidente Luka.— señaló Rose con algo de irritación —Cualquiera podría reconocerte y digamos que ese barrio no tiene muy buena reputación.

El nombrado cruzó los brazos levemente molesto. No le gustaba ocultar su peculiar cabellera con mechas azules, era como su rasgo más distintivo y único.

—Me rehuso a usar peluca.— Declaró irritado mirando a la chica rubia que bufa molesta.

Se miraron a los ojos, intentando que el contrario cediera. Rose estaba segura de que ganaría, nunca fallaba una "pequeña" patada.

Con todas sus fuerzas, pateó al chico quien llevó sus manos a la zona herida, su amiguito.

—¡Mierda Rose!— Maldijo con un gemido de dolor.

La de rosa se carcajeó ante las muecas de sufrimiento del de mechas azules quien siguió soltando insultos dirigidos a la rubia.

—¡Mierda tú Luka! —Señaló sacando su dedo corazón.

Rose era una persona muy dulce con la mayoría pero cuando entraba en confianza, se volvía una jodida perra...según ella. Luka la calificaba como una engreída muy grosera con aquellos que ella quería, excepto sus padres.
Era como una patada en el trasero y un caluroso abrazo a la vez.

Luka nunca lo admitiría pero admiraba la confianza que tenía esta "delicada" rosa, aunque a veces era un "poco" descarada cuando se trataba de Juleka.
No era un secreto para él que Rose moría por su hermana, incluso miraba sin vergüenza alguna el cuerpo delgado de Juleka quien era ajena a la situación.

—Me vuelves a patear y le cuento a Juleka TODO.— Amenazó con sorna mirando a la chica que se sonroja enfadada, frunciendo el ceño y labios.

Se acercó amenazante al de mechas azules que alzó una ceja al ver que dió en el clavo. La rubia apuntó con su dedo a Luka antes de soltar otras palabrotas.

—Si le cuentas esta mierda a Juleka,— dijo con lentitud— ten por seguro que te quedas sin huevos.

Con esa última amenaza, Couffaine salió victorioso y emprendió camino hacia el barrio, acompañado de una señorita con un humor de perros.

—¡Contéstame desgraciado!— Chilló la mujer lanzando cualquier cosa que encontrara.

Gabriel sólo miraba la situación divertido, recargado en la pared. Amaba ver a su esposa hecha una furia, le parecía jodidamente atractiva.

—¡Deja de lanzarme cosas anciana!— Contestó con la voz algo aguda mientras esquivaba los objetos.

Agreste se carcajeó, aparentemente había olvidado que podía traspasar las cosas.

—Charlotte,— llamó con una sonrisa —deja de lanzarle porcelana a Plagg.

Una Ladybug rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora