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Chloé miraba atenta las noticias en vivo, preocupada por su amigo Luka. No entendía que pudo haberlo empujado a tomar alcohol, hace un tiempo que ya no tomaba gracias a ella.

—Mierda Luka.— Maldijo al verlo por lanzarse.

Chilló de miedo al verlo caer por lo que se tapó su rostro con ambas manos. Segundo después se escucharon aplausos. Confundida, hizo un espacio para poder ver la pantalla.

—¡¿Otro?!

El chico rubio le recordaba a Le Paon, al parecer la ciudad iba a llenarse de héroes con temáticas de animales. Al ver que Luka estaba a salvo, sintió un peso caer de sus hombres.

Tremendo sermón le esperaba al de mechas azules.

Tomó su celular para marcar al número de este último, esperaba que contestara para saber su estado pues el héroe que se hacía llamar Chat noir, desapareció.

Buzón de voz, la llamada se cobrará al terminar los tonos siguientes...

Furiosa, lanzó el teléfono a la cama. Chloé podía preocuparse por la gente pero aún conservaba su fuerte personalidad.

—¡Preparen la limusina!— Ordenó a su mayordomo quien asintió algo extrañado, eran altas horas de la noche.

Como pudo se amarró el cabello, tomó una sudadera amarilla con rayas negras, unos pantalones viejos rasgados y el primer par de zapatos cómodos que vió.

—¡Voy a matarte Luka!

—Dirígete al río Sena

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—Dirígete al río Sena.— Ordenó mientras marcaba nuevamente al chico.

Chat noir llevaba a Luka en sus brazos que decía incoherencias debido al alcohol ingerido. A Adrien nunca le gustó estar cerca de Luka cuando estaba ebrio, perdía el control fácilmente pero aprendió a aceptarlo con ese defecto suyo.

Llegó al barco Liberty, aterrizando sin hacer ruido. Fue hacía el camarote del chico quien no ayudaba mucho al hacer ruido o moverse.

—Menudo guitarrista eres.— Espetó abriendo la puerta del camarote.

La palabra »guitarrista« atrajo la atención del borracho pues así era como Adrien le decía algunas veces.

Ojos verdes, cabello rubio, sonrisa brillante...¿Adrien?

Normalmente los portadores eran protegidos por los kwamis que alteraban lo que veían las personas para que no pudieran reconocer al individuo. Si bien, funcionaba a la perfección, el alcohol hacia el efecto menos intenso.

Ebrio y con sus sentidos algo alocados, se aferró al cuello del rubio, pasando lentamente su nariz.

Adrien sintió escalofríos al sentir la respiración del de mechas azules que sonrió travieso.

Una Ladybug rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora