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Ignorando las miradas, ella caminaba escuchando su canción favorita, sintiéndose imponente ante la gente.

I'm a wanted man

Con cada paso, sentía el ritmo de la canción recorrer cada célula de su cuerpo que resistía las inmensas ganas de bailar.

Hoy era su turno de recoger el paquete.

Juleka Couffaine camina acompañada de la música, ignorante al futuro que se avecina. Ya estaba anocheciendo, la gente en las calles cada vez era menos hasta el punto de que habían unas pocas personas.

Se adentró en los barrios donde la ley no reinaba y los peligros abundaban en cada rincón.

—¡Hey Juleka!— Gritó un muchacho de cabellera castaña con una sonrisa juguetona.

—Déjate de rodeos y dame el paquete.— Respondió sería mientras acercaba su mano al castaño esperando recibirlo.

—Ustedes las mujeres sí que son complicadas.— Agregó divertido ante el rostro serio de Couffaine.

El muchacho sacó de su mochila el paquete que era blanco en forma de rectángulo. Era bastante pesado por lo que era obvio que había bastante mercancía allí dentro. Se lo entregó a Juleka que inició a olfatear para ver que era real y no una farsa.

En pocos segundos sonrió satisfecha y entregó un fajo de billetes al castaño quien chifló maravillado ante la suma de dinero. Contó la cantidad total antes de mirar sonriente a la pelinegra que se despidió.

Contenta con la mercancía, inició su camino de retorno a su hogar, sabiendo que la esperaban ansiosos.

Miró la pantalla de su teléfono, aumentando el volumen sin escuchar un derrape de un vehículo que se acercaba a ella a toda velocidad.

En pocos segundos, la bala impactó su cuerpo que cae al suelo. Para la mayoría, era normal escuchar balaceras en las calles además de que nunca llamaban a la policía o ambulancias debido a las drogas o armas en sus casas.

Su cuerpo se desangra poco a poco, siendo una muerte lenta y dolorosa para Juleka quien escuchó el final de su canción favorita antes de morir.

Adrien estaba en las calles, paseando con libertad entre los edificios. Era magnífica la sensación, la adrenalina fluyendo en sus venas, era perfecto.

El chico de cabellera negra le explicó quien era él a partir del momento que aceptó la sortija.

Chat noir.

Y justo como su nombre lo dice, tenía el aspecto de un gato negro pero sin perder su atractivo.

Siguió paseándose por toda la ciudad, observando a las pocas personas caminar en la oscura noche.

Inconscientemente, sus pies le llevaron a una ubicación muy conocida, el lugar donde Luka vive junto a su madre y hermana.

Con el corazón latiendo a gran velocidad, divisó a lo lejos esa cabellera con mechas azules. Después de tanto tiempo sin verlo en ese estado, relajado y sin lágrimas, se sintió un completo imbécil al recordar todas esas tardes donde venía llorando pidiendo otra oportunidad.

Se acercó con lentitud, admirando al chico que con serenidad tocaba su guitarra eléctrica.

Smells like teen spirit de Nirvana.

Le era mágico verlo tocar y mover con agilidad y precisión sus dedos sobre las cuerdas. Jamás se aburriría de ese espectáculo que le brindaba Luka.

Una Ladybug rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora