La Reina de los Espectros |Steve Rogers|

Capítulo 3

Se sentó observando todos los rincones de la sala con cautela. Colocó a su gusto la banqueta analizando posibles amenazas. Bufó cansada subiendo aquel asiento, no entendía por qué siempre se encontraba con las banquetas siempre en una altura no adecuada. Antes de que empezaran a llegar más invitados comenzó a tocar estudios de Chopin junto a algunas piezas de Debussy. Se concentró en controlar sus poderes.

Observaba la habitación de vez en cuando para cerciorarse de que todo iba bien. Nadie parecía alterado ni con ganas de montar un numerito. Tenía localizados a varios empresarios que podían ser de utilidad.

En el momento en el que comenzó a tocar el nocturno 1 opus 9 notó el aterrizaje de un quinjet. Siguió tocando a pesar de dejar su mente divagar, tratando de sentir la energía de los que en aquel quinjet se encontraban. Uno de ellos parecía tener una energía mayor que el resto, mayor que cualquier ser humano que hubiese conocido (exceptuando a Thor, a quien había visto cuando apareció en "Midgard"), por ello, supuso que sería Loki. Su energía era demasiado parecida a la de su hermano. Sin embargo, no podía moverse del sitio en el que se encontraba.

El pelinegro apareció en las escaleras un rato después confirmando sus sospechas. Las bajó con suficiencia mostrando un traje de gala envidiable. Su cara era adornada con una sonrisa de victoria que parecía acreditar sus pasos. Al llegar abajo el semidiós pegó a un hombre con su cetro convertido en bastón antes de coger al anfitrión de la fiesta. Todos los ricachones de la fiesta comenzaron a correr. Ese momento era en el que ella se podía levantar y correr hacia él. Saltó de manera acrobática que golpeó a Loki en el pecho, alejándole unos metros del hombre.

—Corra — dijo ella esperando el siguiente ataque de aquel ser de Asgard. Se colocó en posición de defensa preparada para luchar.

—Hacía mucho tiempo que no te veía — no se dejó confundir por el comentario tensando sus músculos para poder luchar con facilidad y fiereza.

—Yo no te conozco — el semidiós, en un acto rápido, dirigió un rayo hacia la chica. Ella no pudo esquivarlo debido a la velocidad, por ello puso sus antebrazos cubiertos por los largos guantes (el Vibranium debía servir de algo). El resultado fue salir volando por una ventana hasta la plaza. Los gritos del anfitrión, que no había llegado muy lejos, resonaron en toda la estancia ante el dolor de Rebecca, quien trataba de levantarse con dificultad. El golpe había sido duro, ni siquiera sabía cómo podía seguir viva.

—¿Está bien? — un anciano se le acercó ayudándola a levantarse

—Sí, solo son un par de heridas — susurró ella luchando contra el dolor que sentía en cada músculo del cuerpo.

Intentó sostenerse sola para quitarse los guantes con gracia, los colgó en el vestido (atándolos) había sido un fallo no estar preparada para aquel tipo de ataques. Gracias a la adrenalina pudo mantenerse sola y prepararse para no dejar al pelinegro hacer daño a nadie. A la vez que ella terminaba de enderezarse, Loki andaba hacia la plaza donde los presentes corrían. Los acorraló proyectando su figura tres veces. Esperaba no ser golpeada por los cuatro a la vez.

—Arrodillaos ante mí — dijo él de manera firme, clara y fuerte — ¡Arrodillaos! — poco a poco todos los presentes se fueron arrodillando— ¿No es más simple? ¿Acaso no es ese vuestro estado natural? Esa es la verdad de vuestra humanidad, está creada para subyugarse. La luminosidad de la libertad os encierra en algo que tiene demasiado poder para vosotros. Fuisteis creados para ser dirigidos, al final, siempre os arrodillaréis.

Tras ese discurso solo quedaron dos personas de pie, el anciano alemán que no había dejado de sostener a Rebecca a pesar de los intentos de esta. Quiso pedirle al hombre que se arrodillara, ella era quién debía luchar, pero decidió no decir nada al ver el valor de aquel desconocido.