Capítulo 8

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Rebecca corrió a su habitación escondiendo el informe en blanco enviado por Fury bajo el colchón. Además, recargó su arma y cogió cuatro dagas que ató con cinturones a sus piernas por si acaso se quedaba sin munición. Se recogió el pelo con tranquilidad, haciéndose una trenza de espiga para poder sujetar su melena de la manera más firme y cómoda posible. También aprovechó para maquillarse levemente la marca roja que ahora lucía su cuello. Cogió unos guantes mitones que servían para no sufrir en los nudillos al pelear con alguien sin impedir el uso de sus poderes.

—Vas a hacerlo bien, es otra cosa más que va a pasar en tu vida. Nada serio, ninguna locura. Solo te vas a enfrentar a la persona por la que tienes poderes, solo eso, nada más — suspiró apretándose bien las correas que sujetaban las armas al traje que usaba antes de volver a dejar recorrer la furia por sus venas. Los detalles del traje se volvieron violetas junto a sus ojos, estaba lista para canalizar todo su poder. Estaba lista para la guerra. Salió cerrando la puerta decidiendo no despedirse para no pensar en no volver. Debía volver, era necesario.

Anduvo una puerta más allá y llamó con insistencia. Steve Rogers abrió cogiendo el escudo y el casco . Sonrió apartando la mirada de la chica pues era intimidante y temía quedarse mirando sus ojos solo por la peculiaridad de ellos. Cada vez sentía menos miedo y más curiosidad por la mirada violeta de la mujer.

—Vamos, deben de estar esperándonos — Rebecca asintió con una sonrisa antes de seguir al hombre por los pasillos. Para ser una persona dada al pasotismo el caos que imperaba su mente generaba que en verdad quisiera gastar su tiempo en aquello. Luchar por mantenerse con vida y mantener con vida al resto era la distracción perfecta. Sumándole que toda ayuda sería bienvenida... No por nada había aceptado ser una vengadora.

Se encontraron con Natasha Romanoff y Clint Barton en la puerta que daba al exterior del helicarrier. La morena miró con desconfianza al arquero hasta que él habló.

—No me mires así, ya no me controla — ella levantó la cabeza seria, sin terminar de creer sus palabras por pura desconfianza. Llevaba demasiadas cagadas como para fiarse al cien por cien de algo así.

—Eso espero, eché de menos alguien que me diera conversación de camino a Stuttgart — dio un golpe en su espalda antes de abrir la puerta que daba al garaje. No le quitaría los ojos de encima hasta que no viese que aquella afirmación era real. Aunque no podía demostrar esa desconfianza.

Caminó junto al Capitán América hasta llegar a un quinjet, entraron sin preocuparse de cualquier posible contradicción para encontrarse a un operario. Los cuatro mostraban una inmensa seguridad.

—¡Eh! No tienen autorización para estar aquí — se quejó el operario

—Hijo, no lo hagas... — el Capitán habló con seriedad mientras el operario volvía a quejarse. Antes de que pudiera abrir la boca Rebecca hizo que se quedara paralizado —¿Qué? — miró a la chica girándose, tenía que ser obra suya

—No me mires con esa cara, es más fácil echar a alguien si no puede quejarse — se defendió Rebecca a la vez que se encogía de hombros.

Los tres restantes bajaron a "la estatua" como si estuvieran hablando con él. Lo escondieron mientras ella se encargaba de mantener su poder activo.

—Qué bonito, ya tiene alguien que le trate de tú — comentó la Viuda Negra antes de subir al quinjet con una risa. Clint Barton se rio subiendo tras ella mientras el capitán ignoraba los comentarios de la rusa.

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—Acelera Clint, por favor — pidió Rebecca tratando de parar su pierna que no había parado de moverse. No jugaba con sus guantes porque estaba tan nerviosa que se notaría demasiado.

La Reina de los Espectros |Steve Rogers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora