Capítulo IV

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Curian y Bordamir fueron a despedirse de todos antes de partir, Rudolph estaba poniéndose su uniforme del Urdener, le quedaba apretado a la piel, al menos se veía bien con él, era de color azul marino con una tela muy cómoda y suave, tenía una insignia de Gralentine unido con el nombre titular del Urdener Destiny. Tenía una cierra que iba desde un poco más arriba del pecho hasta el cuello; el traje tenía lugar para guardar un arma láser y además una pequeña bomba de oxígeno, por casos de emergencia y más en el espacio, esta bomba va adherido al traje. Se acercó hasta un espejo a ver cómo se veía, en su rostro se veía bastante satisfecho, se veía como un héroe de las películas de ficción de nuestro planeta, ¡cuánto extrañaba esas películas... a Rudolph le encanta! Los zapatos que venían con el traje se ajustaban acorde la superficie que tuviese cada planeta a donde iría, más que todo tiene el control de temperatura corporal del que usa el traje de acorde a la que hay en el exterior.

Volteó al escuchar un pequeño ruido, se trataba de Curian-K, este se vió complacido al ver a Rudolph alistarse, ya era casi la hora de irse y no quería verlo partir sin despedirse antes:

- Sé que esta vez no será la última vez que nos veamos, en ese momento ya los siervos oscuros habrán sido eliminados por ustedes, confío plenamente en que harás lo mejor que puedas por todos nosotros, tal vez la gente no tenga suficiente esperanza pero yo si la tengo.

- Aprecio que me quieres levantar los ánimos, eres bueno para eso- comentó Rudolph- espero que todo salga bien, ahora debemos ir a Asteronaid a robarle algo a un Ringhio Seidita, recuerdo lo que me hablaste de ellos.

- Son seres malévolos, pero no más que los Mantidianos fuera de Gralentine, a ellos si tenles miedo, son capaces de hacer las cosas más horribles sólo para conseguir su objetivo. Mucha suerte, humano mío.

- Supongo que fuera de aquí ningún otro bayou hablará nuestro idioma, creo que debo empezar a practicar idioma alienígeno- menciona Rudolph.

Bordamir se asoma por la puerta de la habitación donde estaban, colocó una sonrisa al ver a Rudolph casi listo para la misión. Entró en la habitación, se acercó a ellos, ya al frente de ambos dijo con orgullo:

- Si pudiera ir a cubrirte la espalda, Rudolph, lo haría con gusto, a ti y a los demás herederos. Nos salvarán la vida cuando regresen con las buenas noticias, pero yo me debo de quedar aquí para defender a Gralentine en situaciones como las de ayer.

- Pensé que Gralentine no sufría de ataques de esa densidad, según lo que me contó Curian- mencionó Rudolph recordando el comentario.

- No es muy común en Gralentine, eso es cierto, pero hay problemas menores con el traslado de viajeros a lo largo de la galaxia, los visitantes, debemos tener precaución con todos.

- Comprendo- dijo Rudolph, justo después, escuchó a Kurrotan llamar a todos, este bajó lentamente de la habitación de donde estaban, más allá estaba el Urdener, se acercó a los demás y Kurrotan le dice:

- Veo que ya está listo Sr. Dorssan, es mejor que vaya entrando a la nave, todos ya se han instalado dentro, debemos partir en 5 veniunos- este término lo utilizan para referirse a segundos, pero al parecer sus segundos corren un poco más lentos que los nuestro, al final es el mismo tiempo pero con una diferente manera de medirlo- siéntase en casa cuando esté adentro.

Rudolph siguió las órdenes del Comandante Kurrotan y entró al Urdener, subió por la escotilla, al entrar sintió el fresco aire de la nave, estaba frío pero él no lo sentía tanto por el calor que generaba el traje para que se mantuviera caliente en ese ambiente. Llegó hasta el Comando Central dentro estaba Dumuzi, Sibzianna y Onotomia; las tres bayou estaban preparándose para el despegue de la nave. Rudolph se acercó y dijo:

EL RENACER DEL SNAKER (Saga de Tren Infernal - IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora