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Días después...
Justin's Point of View.
Miré repetidamente la pantalla de mi iPhone, en concreto el mensaje que tenía abierto de Sydney dónde me pedía por activa y por pasiva que volviera a casa. Sin embargo, no iba a hacerlo. Me levanté de la cama y centré mi mirada en el exterior del hotel Montage a través de la gran ventana.
Llevaba aquí desde que me fui de casa y no planeaba volver hasta que no encontrara la solución a mi problema. Y mi solución iba a ser romper con ese contrato de mierda que Adam se había inventado para no dar mala imagen de cara al mundo entero.
Me importaba muy poco lo que Scooter pensara, también me daba igual que estuviera en contra de mi opinión. Pero yo no podía seguir así, no después de descubrir lo que la persona que durmió a mi lado durante dos años y a la que le decía 'te quiero' cada día, estaba interesada en mi mejor amigo Neil.
¿Por qué había llegado a ese extremo? Sydney demostraba que nunca le había importado. Nunca tuvo interés en mí y solo me había utilizado para llegar a ser quién era en el mundo de la interpretación. Desde que comenzó conmigo, su trabajo como actriz incrementó notoriamente y eso se debía a lo que yo le aporté.
Y nadie podía negarlo.
Tampoco dudaba de sus dotes cómo actriz; porque Sydney era increíble actuando. Tanto, que su papel se había mantenido en la vida real y había dejado que nuestra relación se consumiera. Me había mentido a la perfección para que no sospechara ni un poco para continuar haciendo a mis espaldas lo que se le antojara.
Nuestra relación no le significó nada, al igual que no le importó jugar con mis sentimientos.
Miré las agujas del reloj de pulsera que descansaba en mi muñeca y fruncí el ceño. Las ocho en punto. Aún era muy temprano para estar despierto, pero el insomnio se apoderaba de mí últimamente y no podía pegar ojo.
Esta tarde ponía rumbo a Denver para el siguiente concierto de la gira y mis ganas de actuar eran escasas. Quería estar solo, tomarme mi tiempo y pensar en lo que iba a hacer. Y sabía que no podía hacerlo. Porque Scooter terminaría echándome una gran bronca.
Ni siquiera podía disfrutar de la compañía de Esther porque ella estaba en la casa junto a Sydney, o incluso sola. Y me maldije mil veces por eso. Porque ni siquiera a mi propia mascota soportaba.
Sonreí al bajarme del coche con Esther en mis brazos. Siempre había querido un perro para hacerme compañía en mis días de soledad y cuando se presentó mi oportunidad, no dudé en rechazarla.
Además, estando con Sydney, sería una buena idea porque nunca estaría sola cuando yo me ausentara los días de gira.
─ ¿Sabes qué? –Aclaré mi garganta, sacando mis llaves del bolsillo trasero del pantalón─ Vas a conocer a mi chica y te va a caer bien. No vas a estar sola, pequeña.
