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Atlanta.
Tras aquella conversación con Neil, todo había ido a mejor. Justin y yo habíamos mejorado nuestra relación y me encantaba pasar tiempo con él. Por eso, había optado por venirme con él de gira. Quería conocer Atlanta y también Brooklyn cuando visitara la ciudad.
Sonreí al sentir la brisa golpear mi rostro y me estiré sobre la silla en la que estaba sentada en el balcón de la habitación. Descansando sobre mis piernas tenía el guion de Lights and Shadows que Adam me había dado para que lo estudiara ya que decía que en unos días volvería a retomar las grabaciones de la serie que mi hermana grababa para Netflix.
Lo único que estaba haciendo era leer frases que me entraban por un oído y me salían por el otro.
Esto significaba que Sydney debía volver por unas horas o incluso días a tomar mi posición para atender a sus grabaciones y debería lidiar con Justin. No quería que estropeara todo el arduo trabajo que estaba llevando a cabo para arreglar cada uno de sus estropicios.
─ No me apetece seguir estudiando el guion. –Susurré, dejando escapar un bufido.
─ ¿Tan mala es la serie que estás grabando? –La risa de Justin me hizo girarme y lo vi caminando hacia el balcón para hacerme compañía.
─ Oh, no, es solo que... quiero entrar ya en lo interesante. –Justifiqué sonriente y volví a releer las frases que había impresas en el papel.
─ ¿Puedo verlo? –Extendió su mano.
Asentí y le di el guion para que lo leyera. Sus ojos no tardaron en prestar atención a las páginas. Seguía sin saber por qué me lo trataba de memorizar, porque Sydney era la única que debía hacer el papel y ella era la que debía estudiarlo.
Le había escrito varios mensajes avisándole al respecto, pero su respuesta no había llegado y me preocupaba que le pillara de improvisto y todo se descubriera.
─ ¿Qué te parece? –Dije rompiendo con el silencio.
─ No está mal, teniendo en cuenta que tú eres la chica de la doble vida.
─ Sí, soy Martha, esa chica que cuando sus amigas se van a dormir, ella se va a un bar para bailar frente a hombres en ropa interior. –Rodé los ojos─ En esta escena es dónde se empieza a ver esa doble vida. –Me levanté para ponerme a su altura.
─ ¿Podré acompañarte al rodaje ese día? No quiero perdérmelo por nada del mundo.
─ Claro que sí, cariño. –Sonreí─ Aunque no me gusta que hagas eso, me pone nerviosa que me estén viendo.
─ Bueno, estás acostumbrada. –Besó mi mejilla y me entregó las hojas─ ¿Puedo verte ensayar ahora? –Se cruzó de brazos y ocupó mi sitio para observarme hacer el papel que le correspondía a mi hermana.
