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Danielle's Point of View.
Terminé cediendo a los encantos de Justin, sus caricias y sus besos me nublaron el pensamiento. Como si de un mago se tratara, hizo desaparecer todo lo demás de mi mente para lograr que me centrara en él y solamente en él.
Además, tampoco era muy difícil porque su físico me atraía y era un chico con el que podría arriesgarme a disfrutar de una noche sin tener nada que perder. Pero él era el ex-novio de mi hermana. Estaba sufriendo por culpa de ella y sus locuras.
Deslicé mis manos por el interior de su sudadera y se la quité con cuidado, admirando cada detalle de su cuerpo. Me gustaban sus tatuajes y podría tirarme horas y horas mirándolos. El arte de su piel me envolvía en un estado de paz que pocas veces conseguía.
Justin retiró también mi sudadera y cuando ambas prendas aterrizaron al suelo volvimos a besarnos, esta vez de una forma más lenta. Queriendo saborear nuestros labios y dejando a nuestras lenguas que danzaran en un baile único e irrepetible. Como si se tratara de la última vez que íbamos a vernos.
─ Te quiero, Syddie... ─Dijo pegándome aún más a su cuerpo─, no sabes lo feliz que me haces al estar de vuelta en mi vida.
─ No pienses en el pasado más, Justin. –Murmuré mirándole a los ojos─ Céntrate en el presente, en nosotros dos.
─ Lo sé, no puedo evitarlo. Perdón. –Acarició mi mejilla con el dorso de su mano y acoplé mi mano sobre la suya mientras disfrutaba de su tacto.
─ Te mereces lo mejor del mundo. –Confesé humedeciendo mis labios sin abrir mis ojos.
Su risa me hizo abrirlos y me emocioné al ver el brillo que se reflejaba en sus ojos mieles.
─ Cariño, tú eres lo mejor del mundo. De mi mundo. –Dijo aclarando su garganta. Su voz salía ronca y escucharle hablar así me hizo derretirme entre sus brazos.
¿Cómo podía Sydney haber echado a perder una relación tan bonita como la que mantuvo con Justin?
¿Por qué le hizo todo esto?
¿Por qué tenía que estar cediendo a sus estupideces en vez de contarle la verdad?
Justin no se lo merecía.
Debía contárselo. Solo tenía que encontrar el momento adecuado. Él me entendería mejor que nadie porque los dos habíamos caído en el juego de la misma persona.
Besé en los labios a Justin y dejó paso a mi lengua para que volviera a recorrerse todo su interior sin reparo. Enseguida me cogió en brazos y envolví mis piernas en su cintura mientras caminábamos hacia la cama. No iba a negarme a tener relaciones sexuales con él si la ocasión lo pedía. No era de piedra y nadie podría resistirse al chico de ojos mieles si se le insinuaba.
Ya me había negado otras veces y esta vez no iba a volver a pasar.
Justin me gustaba. Aunque pensar que él se guiaba por el hecho de que yo fuera Sydney me hacía retroceder, pero esta vez no lo iba a hacer y me aprovecharía de su identidad para disfrutar de una noche increíble a su lado.
