capitulo 6

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No sabía qué hora era, se había dormido con el vestido puesto, el movimiento del barco la hizo despertarse, los tripulantes parecían más hiperactivos de lo normal y los gritos de su esposo se dejaban colar por las rendijas de las ventanillas y la puerta.

Estaba demasiado feliz. Tal vez estaba borracho. Con cuidado tomó una silla y se asomó por la ventanilla hacia el exterior, desde allí solo podía ver la cubierta, algunos marineros entonaban una canción pirata, la risa de su marido y los pasos que daba sobre su cabeza no dejaban de escucharse, estaban zarpando nuevamente ¿A dónde se dirigían ahora? Tomó otra silla y subiéndose sobre la primera golpeó el techo. Sin embargo, él no bajó las escaleras y abrió la puerta hasta ya pasados varias horas.

La puerta crujió cuando el cuchillo de plata fue retirado y la figura de Sasuke se abrió paso lentamente en la habitación mientras se desprendía de la ropa. Ella se sentó a la orilla de la cama y lo observó, tenía un ligero rastro de sangre en el cuello y ahora en su oreja izquierda colgaba una arracada de oro, ella hizo una mueca de dolor al notar la rojiza marca. - ¿Te has hecho eso tú mismo? – Señaló su oreja Él se volvió y alzó una ceja – No, le dije a alguien que lo hiciera, ya sabes, un alma caritativa que me lastimara menos – - ¿Eso engrandece tu ego de pirata? – Él sonrió levemente rodando los ojos – No – - ¿No deberías tener también un perico? – - Ya tengo uno – - He estado aquí varios días y no he visto animal alguno Sasuke, tal vez huyó y no te has dado cuenta – Él soltó una risa mezclada con un bufido y se volvió nuevamente mientras negaba con la cabeza.

Uno. Dos. Tres segundos después se dio cuenta de lo que él había querido decir. Infló las mejillas poniéndose roja - ¿Yo soy el perico no es cierto? – Ahora él se carcajeó – Lo siento, el papel de esposa no te queda, así que tengo que buscarte un nuevo oficio – Ella se encogió de hombros cruzándose de brazos y lo observó apagar la vela para un momento después sentirlo acercarse. - Hazte a un lado –

Sakura se deslizó en la superficie de la cama y lo sintió acomodarse de espaldas a ella. Un encogimiento en el interior del pecho la hizo recoger los pies y abrazarse las piernas con los brazos. El vestido debía irse. Se levantó y sacó la prenda quedando en camisón, con cuidado volvió a meterse en la cama y se cubrió con las sábanas, no fue sino hasta después de un largo rato que él se deslizó bajo la misma y aunque lo hizo no se acercó a ella. - ¿Estas despierto? – - No –

Ella se encogió de hombros - ¿A dónde vamos ahora? – Lo oyó suspirar – No llevamos rumbo – Una aventura. Sonrió y se cubrió más con la sábana cerrando los ojos.

Los días habían transcurrido con demasiada calma, hasta el mar parecía estar perezoso, ni siquiera otra tormenta los había tomado desprevenidos para animar un poco las cosas, Sasuke veía repetidas veces al horizonte y la mayoría de ellas chasqueaba la lengua y negaba con la cabeza.

Ella limpió el camarote y le cosió algunas prendas, a él no pareció importarle y de hecho no le había dicho nada por la remodelación que le había hecho al lugar, había cambiado las sábanas y las cortinas, recogió un montón de cachivaches y los llevó a la bodega donde descubrió trozos de tela desgastados los tomó y sacó pequeños retazos para hacer otra cobija, así pasaba los días entretenida cosiendo.

Sasuke no se le había acercado más, por lo menos no de la forma insinuante que había tenido, y de hecho, cuando dormían él siempre le daba la espalda y cuando hablaban él siempre ponía un poco de distancia de por medio, no había vuelto a besarla ni a mencionarle sus deberes como esposa.

¿Y si en realidad la estaba considerando su perico? Ese que servía para divertirlo y hacerle el buen rato, el que le seguía de arriba abajo por el barco cuando no tenía nada que hacer. No quería ser el perico. Su actitud empezó a mellar día con día hasta que una neblina de mar los atrapó en medio del mar, Sasuke mandó soltar el ancla, los marineros empezaron a persignarse y a hablar de monstros del mar y sirenas, él se negó a recoger el ancla y arriesgarse a golpear alguna roca, el frío se hizo presente un par de horas más tarde cuando el sol se metió, ella se recogió al camarote, pero él se quedó afuera hasta mucho tiempo después de que ella se durmiera. Se despertó durante la madrugada titiritando de frío mientras luchaba por un poco más de la sábana, él la soltó la sintió envolverse en ella como un ovillo con pesadez volvió a cerrar los ojos lentamente hasta que la escuchó quejarse y moverse en la cama. - Sasuke – - ¿Hm? – - Tengo frío –

la esposa del pirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora