Decir Adios

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Después de pasar la tarde bañándonos desnudos en el lago, Natsu y yo estábamos relajándonos en las rocas debajo de la cascada, cuando de pronto él se sentó y empezó a torturarme.

-¿Qué estás haciendo?- murmuré mientras pasaba sus dedos lentamente por mi torso, había empezado en mi cuello, y luego había arrastrado sus uñas muy suavemente entre mis pechos, bajando por el centro de mi estómago, y finalmente hacia mi región púbica.

-Nada de lo que preocuparse, ahora guarda silencio-dijo con severidad... lo que me hizo reír. Me encantaba cuando era seguro.

Cuando llegó a la tierra prometida, como él la había llamado anteriormente, no hizo movimientos circulares sobre mi centro como hacía a menudo antes de que hiciéramos el amor, sino que parecía estar obsesionado con algo mientras sus dedos acariciaban cada parte de mi zona más íntima. Frotó y trazó mis pliegues, lo que hizo que mis músculos se contrajeran con el deseo, pero luego me regañó.

-No te corras- me advirtió con brusquedad.

-¿Qué? ¿Por qué?- pregunté con pánico. ¿Estaba perdiéndome algo?

-Porque he dicho que no lo hagas.

-Natsu- gemí. Ya habíamos hecho el amor algunas veces ese día, pero, ¿cómo no iba a correrme cuando él me estaba tocando así? Estaba a punto de expresar mi queja cuando él deslizó un dedo en mi húmeda entrada y mi aliento se enganchó haciendo que fuera imposible hablar. ¿Qué demonios estaba haciendo?

Movió un dedo dentro de mí, frotando hacia arriba y hacia abajo las paredes de mi interior, pero cuando comenzaron a apretarse y a palpitar, me volvió a regañar.

-¡No te corras!

-¿Por qué?- me las arreglé para gritar, por suerte él tendría piedad de mí y me dejaría.

-Porque estoy estudiando.

¿HUH?

-Estudié Anatomía y Educación sexual, pero investigarlo en la carne es mucho más esclarecedor- dijo provocativamente, haciendo que su demanda fuera mucho más difícil.

-¿Por qué no me puedo correr?-le pregunté con desesperación.

-Porque si lo haces no voy a ser capaz de entender lo que realmente está pasando allá abajo. Quiero ver cómo funciona todo antes de un orgasmo.

Quise rodarle los ojos, a Natsu sólo le importaba cómo funcionaba, todo lo que me importaba a mí era que me dejara acabar y sentirme absolutamente increíble. Pero Natsu era Natsu, y yo no quería cambiarlo... incluso cuando él estaba realizando su truco de friki dolorosamente sexy.

-¡Natsu, no puedo soportarlo más!- grité mientras él continuaba atormentándome con su descubrimiento erótico. Su mano tenía que estar completamente cubierta de mi humedad en ese momento, pero él no pareció darse cuenta o preocuparse. Su asalto no iba a terminar hasta que consiguiera lo que fuera que estaba buscando.

Traté de aguantar... realmente lo intenté. No quería nada más que ayudarle con su 'estudio' pero yo no pude aguantarme por más tiempo y exploté sintiéndome como si estuviera estallando por todos los poros.

Natsu debió sentir mi orgasmo inminente porque en un movimiento rápido sus dedos fueron reemplazados por su impresionante longitud y estuvo embistiendo en mí, haciendo que mi orgasmo mejorara con esa sensación.

-Eso has sido algo muy malo- le dije mientras jadeaba después de que él finalmente terminara y saliera de mí.

Él se rió entre dientes.

-Voy a serlo contigo.

-Creo que ya lo has sido- resoplé.

En los días siguientes a la primera vez que hicimos el amor, Natsu y yo rara vez estábamos separados, pero no sólo estábamos en la cueva, tuvimos sexo en toda la isla: en la playa, en las rocas, en la selva, en el mar, y en mi lugar favorito, en el lago. Éramos como animales y no nos cansábamos el uno del otro, con el paso del tiempo habíamos tratado de obligarnos a hacer algún tipo de 'rutina normal'. Habíamos estado descuidando nuestra salud y no pescábamos tan a menudo como deberíamos, por lo que Natsu decidió que era importante separarnos un par de veces al día para hacerlo, una decisión con la que yo no estaba demasiado de acuerdo.

Fairy Tail en el Lago Azul [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora