Tal vez la ciudad sabía que tenía que guardar silencio.
Recorrí las conocidas calles silenciosamente.
Tal vez no era el silencio de la ciudad, tal vez era el silencio que invadía mi cabeza.
Cuando el sol comenzó a salir tornando a la ciudad y primeramente al cielo de color anaranjado con matices en rojo, amarillo y rosa, y el característico color azul del cielo, varias personas despertaron y con ello la ciudad.
Personas caminaban por las aceras sin notar mi presencia.
Me reí al notar que de una ventana salía un chico.
Aaron en algún momento había hecho eso.
Me sorprendí y solté una carcajada al ver que el chico que salía era Alex, el mejor amigo de Aaron y un conocido mio.
Alex salió y se fue corriendo por la calle.
Me hubiera gustado poder hablar con él por ultima vez, pero sabía que eso no sería posible.
Caminé hasta el parque por el que Legna y yo habíamos pasado hacía algunas horas.
Había gente, pero no demasiada.
Me senté en una banca, de pronto pude recordar que precisamente esa parte me había hecho sentir extraña.
Rebusque algo en la banca, pero, no había nada más que algunas calcas y chicles pegados.
Fruncí mi nariz con asco al ver eso.
Me levanté y fui hasta el árbol de enfrente.
No notaba nada extraño, estaba lleno de escrituras en el tronco y así me entretuve mirando cada una de las extrañas descripciones de amor, odio y amistad, pero hubo una en particular que llamo mi atención.
En ese momento agradecí por aquel extraño nombre que habían escogido para mí mis padres.
El árbol decía:
"Desiree, te quiero mucho... eres la cosa más genial que le ha pasado a mi jodida vida"
Setnad.
No creía que hubiera más de una Desiree en la localidad y tampoco creía que alguien más usará la firma de Aaron.
Suspire y me senté en la banca sin apartar la mirada de lo que estaba escrito en el árbol.
No sé por cuanto tiempo miré aquello, solo sé que una mano cálida se poso en mi hombro pasados unos minutos.
Volteé un tanto sorprendida, se suponía que los demás no podían verme. Pero no se trataba de nadie mas que de Legna.
-Me dejaste... -Dijo y sus palabras planeaban hacerme sentir mal porque estaban llenas de reproche.
-Lo lamento, disculpame, es sólo que... -No tenía ninguna excusa, podía decirle que ya no la necesitaba o que quería estar sola, pero realmente no sabía que era lo que quería.
Estaba agradecida con ella, claro, pero ya no la necesitaba.
-No necesito el dinero. -Me dijo conforme pasaron unos segundos.
-Quedatelo -Respondí. -Yo no lo necesitaré más, tal vez tú sí mas adelante; simplemente guardalo, ahorralo... -Finalicé.
Nos miramos por otro par de segundos.
Sus ojos color azul como el cielo eran relajantes.
Era como si a través de ellos vieras el alma de Legna, en una parte, muy en lo profundo, donde el color azul se distorsionaba, en esa parte rebosaba un sentimiento. Tristeza.
No pude evitar recordar lo que Legna me había dicho.
Su madre la había dejado a su padre y ella porque pensó que estaban locos.
En cierta forma lo estaban.
Digo, no es normal ir por la vida viendo gente muerta, sin embargo, gracias a eso Legna me había visto y si bien no pudimos saber nada sobre mi accidente, en ningún momento me había dejado sola y eso era de reconocerse.
La abracé.
Ambas lo necesitábamos, ella no dudo en responder mi abrazo y sentí un lazo con ella, una extraña complicidad que ni siquiera con Claire había sentido.
La aparté un poco de mí, rememorando su mirada anoche, posada sobre el establecimiento de comida rápida.
-¿Te parece si con ese dinero, vamos a comer algo? -Le pregunte y ella no rechazó mi oferta.
-Vamos. -Me tomó de la mano y nos alejamos, dejando atrás la banca y el árbol.
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A La Sombra Del Viento
Teen Fiction"Encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Porque de todas las cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor asesinado por un amante." -CHARLES BUKOWSKI