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Leah y yo nos conocimos desde que éramos niños, nuestros padres nos presentaron formalmente en cuanto nos enseñaron la existencia de los seres sobrenaturales.
Su familia era inglesa, Amelia y William Clayton. Una de las mejores familias de cazadores conocidas antes de que desaparecieran, cualquier clan deseaba tener una relación estrecha con ellos. Tener a un Clayton de tu lado te garantizaba la victoria segura.
Lamentablemente, la realidad no fue así en su momento. Cuando ella tenía 12 años, asesinaron a su madre. La manada de Ennis estaba atacando al norte de Europa y los Clayton se aseguraron de detenerlos, aunque ello significara una pérdida importante de su grupo.
Sin Amelia, el puesto de líder recaía en Leah. William reclutó a mas jóvenes y presionó a su hija para terminar su entrenamiento, se unió a Gerard y Araya para fundar las escuelas de entrenamiento para cazadores un año después y obligaron a todos los cazadores inexpertos a entrar, nos mantenían alejados de las demás personas, no siempre nos alimentaban correctamente y los entrenamientos duraban todo el día y en ocasiones, toda la noche. Nunca me quejé del ritmo que llevábamos, aunque a decir verdad, para los hombres era mucho más fácil. Sólo teníamos que obedecer órdenes y aprender a fuerza bruta. Era peor para las chicas, como sabes, estaban destinadas a dirigir a sus familias y mientras nosotros teníamos que correr, ellas tenían que esforzarse por mantenerse delante de nosotros aunque hubieran comenzado a correr cinco minutos después. Mientras nosotros disparábamos a modelos inmóviles, ellas tenían que ver en cualquier ángulo y disparar a todo lo que se moviera. Y los castigos por incumplimiento constaban de cada clan.

Kate era buena y siempre aceptaba los desafíos con agresividad sin estar realmente preparada para ello, pero Leah fue mejor que cualquier otra chica. Si alguna vez llegabas a notar que fallara, entrenaba durante el tiempo que teníamos para dormir (toda la noche si era necesario) y al día siguiente lo hacía perfectamente, creo que por eso nunca se llevaron bien ella y tu tía.
Leah no descansaba y siempre daba lo mejor de sí en los entrenamientos, a diferencia de Gerard, William nunca le dio castigo físico pero ella siempre se sobre explotaba a sí misma y se exigía más incluso si ya fuese perfecta. Tal vez esperaba dar todo lo que esperaban de ella, tal vez sentía una carga innecesaria por la muerte de Amelia. Nadie nunca lo supo, pero tampoco le preguntamos.

Con el cansancio y los años, las ojeras bajo sus ojos crecieron y los golpes y heridas dejaron de sanar con facilidad. Fue hasta que cumplió 15 años que las otras chicas la molestaban con que las marcas eran lo único imperfecto en ella, no les respondió, ni siquiera pareció afectarle pero al día siguiente volvió con la piel impecable. Las personas no saben qué hacer cuando alguien es mejor que ellas, entonces buscan algo malo en ello que no pueden tener.

Era otra razón por la que la mayoría de los chicos la adoraba, era como una luz fácil de identificar entre la multitud. Era rubia, ojos claros, alta, blanca, carismática y competitiva. Era lo que cualquier chico hubiera querido en ese ambiente y no entendí porqué de tantos chicos me eligió a mí, siempre fue un misterio. Y es que nadie la conocía realmente, sólo conocíamos a la líder que William Clayton presumía, pero no sabíamos nada de ella.

Estuvimos juntos en el grupo de entrenamiento final con algunas otras personas de nuestra edad (Kate incluyéndose), y las clases estaban a punto de terminar. Fuimos amigos bastante tiempo, pero en general sólo podíamos hablar en los cortos recesos para comer, por eso nunca pensé que ella iría a mí una de nuestras últimas noches en la escuela.

last damn night,                    CHRIS ARGENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora