cero

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El vuelo a Francia recién despegaba, Chris seguía callado, como se había mantenido desde la conversación que había tenido con Isaac en la casa Argent, viendo por la ventana hacia el aeropuerto poco concurrido del condado de Beacon. Chris parecía una estatua sin sentir nada, mientras Isaac estaba haciendo hasta el máximo esfuerzo por concentrarse en cualquier cosa que le ayudara a distraerse de la abrumadora realidad que intentaba golpearlo cada que se detenía a pensar: la muerte de Allison, y eso solamente lograba deprimirlo más.
Cerró su computadora exasperado después de fingir que tenía algo que hacer y se concentró en la película que transmitían en la pequeña televisión unos asientos adelante en una oportunidad de (tal vez) sentirse menos fuera de lugar junto al cazador. Soltó un bufido nervioso y pensó en cómo iniciar una conversación sin ser poco sutil o lucir como un estúpido hasta el punto en que se detestó a sí mismo por darle tantas vueltas al mismo asunto y preguntó:

—¿Recuerdas cómo era? —Chris lo miró confundido sin saber exactamente a lo que se refería— El primer amor, ¿cómo era? —pensó antes de agregar— Cuando conociste a Victoria.

Y para su sorpresa él negó con la cabeza y frunció el ceño como si no hubiera una razón para si quiera pensar eso, musitando monótono:

—Ella no fue mi primer amor.
—¿Entonces quién lo fue?
—No sabes quién es... —desvió la vista y el hombre lobo estuvo a punto de contradecirlo con otra pregunta pero siguió antes de darle la oportunidad— Era cazadora, fuimos cercanos antes de conocer a la madre de Allison.
—Creí que ella había sido tu única novia. —Chris alzó una ceja en un gesto ofendido aunque internamente no se sintiera así y se divirtió con la expresión arrepentida y nerviosa del rubio— Digo, supuse. Yo...
—En realidad sí lo fue, Leah no pudo serlo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Isaac más que intrigado.
—Es una larga historia. Pero es más corta que la tuya con Allison.

Isaac enarcó las cejas con curiosidad inocente brillando en sus ojos.

—Tenemos tiempo.

Chris pareció pensarlo, realmente no había hablado con nadie de eso, no después de haberle contado detalles superficiales a Victoria y sólo lo necesario a Gerard y William. Pero viéndolo de la manera en que lo hacía Isaac, era sólo un chico con curiosidad inofensiva.

—Entonces te contaré una historia.

last damn night,                    CHRIS ARGENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora