final alternativo

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Memoriam of a death girl.


—¿A dónde vamos? —preguntó Allison exhausta pensando que la caminata nunca terminaría.

Para Chris, no había sido tan cansado, y mientras él seguía erguido con la vista al frente, Allison lo seguía con los pies doloridos y la espalda encorvada. El túnel de escape tenía un extraño aroma a humedad y había polvo, tierra y plantas enmohecidas por todas partes pero seguía casi igual a como lo recordaba.

—Espera.

Después de eso no pasó mucho tiempo para salir por la elaborada puerta blindada dejando entrar la luz al abandonado lugar. Salió de pie y ayudó a Allison a salir a su lado.

—Los campos de tiro —musitó la castaña viendo el paisaje cayendo en la cuenta de dónde se encontraban.

Los atrofiados blancos estaban decolorados y la madera podrida, más lejos estaba la barda desde donde se situaban para disparar a ellos. La castaña no esperó para correr ahí y desenfundar su arco y apuntar al otro lado.

—¡Allison, espera! —gritó Chris alcanzándola y jalándola hacia sí antes de que dardos venenosos con la punta infectada de hongos y moho salieran de la pared dirigiéndose a ella.

Soltó el brazo de su hija y se dirigió a colocar una tarjeta de acero inoxidable en un molde en la pared. Era obvio que el mecanismo había dejado de funcionar pero quiso intentar, retiró la tarjeta y negó hacia Allison

—Vámonos.

Entraron a un ducto que Chris reconoció con facilidad, hace años habían reforzado las cerraduras de la puerta pero para ese momento sólo bastó un jalarla para que se abriera. El aire se sentía fresco pero húmedo, el espacio era más insuficiente para que pudiese pararse erguido a lo que hacia hace unos años, a diferencia de Allison que podía caminar perfectamente.
No había vuelto a entrar ahí pero reconoció que se sintió algo claustrofobico después de caminar el mismo tramo que en el túnel anterior y apresuró el paso con Allison pisándole los talones, escuchó los jadeos de ambos en busca de aire limpio y agradeció internamente cuando divisó la rejilla de salida. Al igual que con la puerta del otro lado, sólo bastaron unos golpes en las orillas para que se cayera a pedazos frente a ellos.
Chris cruzó la entrada caminando de frente mientras Allison caminaba cuidadosamente detrás de él, esquivando el metal oxidado en el suelo. La mirada de la castaña recorrió la habitación entera, era espaciosa, no entraba mucha luz y tardó unos instantes en que el aire se sintiera menos sofocante.

—La puerta hacia las habitaciones debe estar por aquí —dijo el cazador recuperando el aliento y se separó de su hija buscando dicha puerta.

Allison fue la primera en divisarla y llamó a su padre cuando vio del otro lado un pasillo con diversas puertas a cada lado con números en la parte superior. Chris se adelantó y forzó la cerradura de la número 13, el objeto se deslizó hacia el otro lado haciendo un sonido metálico al chocar con el suelo.

—Ésta era mi habitación. —mostró Chris neutral— No teníamos compañeros y... cada cierto tiempo los entrenadores recorrían el pasillo supervisando que realmente estuviéramos durmiendo.

Los muebles estaban cubiertos de polvo, con cuadros sin fotos sobre ellos, la madera de la cama estaba podrida, el colchón no tenía cobijas, lo único que dejaba entrar la luz era la ventana al frente y el ropero parecía apuntó de derrumbarse. Allison no tardó mucho en darse cuenta de que estaba organizada de una manera similar a su habitación en su actual casa en Beacon Hills.

—¿Por qué dejaron de dar clases? —preguntó ella acercándose a la única ventana, que de hecho daba a los complejos circuitos en el patio.
—Las escuelas de cazadores decayeron cuando nos dispersamos, algunas familias desaparecieron y las instalaciones fueron abandonadas mientras los nuevos cazadores eran entrenados por sus propias familias.

La castaña no respondió pues su vista había identificado un nombre conocido en un lugar lejano, abrió estrepitosamente la ventana y corrió ignorando el ardor en sus piernas cansadas. Sólo costó un minuto cuando la lápida de piedra ya se mostraba a un metro de sus pies, se inclinó hacia ella y con la manga de su chaqueta limpió las letras cubiertas de tierra y polvo.

LEAH CELESTINE CLAYTON
1970-1987
Amiga. Hija. Cazadora. Líder.

Frunció el ceño cuando diferentes pensamientos se conectaban en su mente; era la misma chica de la historia que le había contado Chris tiempo atrás. En cuclillas, se giró un poco hacia la que estaba justo al lado de esa y limpió la superficie también.

WILLIAM JOHN CLAYTON
1948-1987
Cazador. Fundador del Colegio Francés de Entrenamiento para Cazadores de Hombres Lobo.
"Cazamos a quienes nos cazan"

Su boca formó una pequeña "o" e inmediatamente se sintió culpable de estar sentada sobre dónde descansaban los cuerpos de dos cazadores respetables, de un salto se levantó hacia atrás chocando con la espalda de su padre quien pareció saber sus pensamientos pues dijo:

—Sólo Leah está ahí.
—¿Por qué? —preguntó confundida frunciendo ligeramente las cejas.
—Cuando un cazador muere le hacen dos lapidas; una donde muere y otra donde nació. Su cuerpo se traslada a la segunda y en ambas se hacen las ceremonias necesarias.

Allison, sorprendida, transformó su gesto en uno impresionado y dio un giro sobre sí misma reconociendo que estaba parada a la orilla de un cementerio de cazadores.

last damn night,                    CHRIS ARGENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora