Capítulo 9 "Descubierta"

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Después de la ida de Danilo, los días transcurrieron con normalidad y en paz. Juan volvió a su estado natural de relajación donde bromeaba conmigo y le tomaba el pelo a Fabiola. Alberto ya no estaba tenso y llegaba más temprano del trabajo para pasar la tarde tanto con Fabiola como conmigo. Para Fabiola estar así con Alberto fue la gloria y aunque Alberto no lo admita para mi a él le gusta Fabiola.

El fin de semana fue muy tranquilo. Juan se encerró en su estudio y nosotros tres jugamos cartas y salimos a pasear por Navia. Alberto y Fabiola me enseñaron el poblado y quedé maravillada por el lugar. Si vine aquí para conocer, escogí bien el sitio. Sinceramente pasamos dos días espectaculares.

Luego al comenzar la semana, continuo la rutina de la pasada. Los dos hermanos se iban temprano y yo me que quedaba con Fabiola. A veces hablábamos y otras simplemente leíamos. Ella, aunque parece caprichosa y sin mucha materia gris, no es lo que aparenta. Fabiola es muy inteligente. Es la numero uno de su clase y al terminar sus estudios en el internado, continuará estudiando en la universidad. Su mayor deseo es ser arquitecta. Cuando me lo dijo me sorprendí porque ella parecía más del estilo de publicista o diseñadora de modas. Por eso no podemos fiarnos por el aspecto de las personas, muchas aparentan lo que no es.

El miércoles, Alberto me llevó al hospital y Fabiola nos acompañó. Ese día me quitaron la escayola. El médico que me atendió la primera vez, me hizo un chequeo completo y sonrió cuando me dijo que todo estaba bien. Al hacerle un rayos X a mi pierna, me dijo que todo estaba bien. Solo debía hacer pequeños ejercicios de rehabilitación que bien podía hacerlos yo misma en la casa. Por fin me sentía libre de todo. Ya no dependía de las muletas.

En la casa, Fabiola me ayudó con los ejercicios de la pierna. La tenía agarrotada, sin embargo el médico me dijo que eso era por tener la pierna tiesa tanto tiempo, pero con los ejercicios se me iría quitando.

Sin la escayola era feliz. Me podía bañar como una persona normal. Tranquila y sin preocupación de que mi pierna se mojara.

Cuando llegó el viernes, sentí la casa muy sola. Después de estar tan acompañada con Fabiola, que hablaba hasta por los codos, al ella irse, la casa se quedó solitaria.  Los padres de ella llegaron la noche anterior y ella se fue a su casa para recibirlos. Además que a partir de hoy, por lo que me dijo ella, comenzarían a llegar las empresas que se encargarían de la fiesta. Siempre llegaban un día antes para organizar todo.

Así que me quedé sola. Pensé en algo que hacer y sonreí. Iría a pintar. Busqué a Sancha, pero no la encontré por ningún lado,  así que bajé al sótano. Igual nadie llegaría hasta después de las cuatro de la tarde. Me fui silbando una melodía. Al llegar, revisé los nuevos cuadros que pintó Juan y suspiré.  Eran muy hermosos. Busqué entre sus cosas un lienzo nuevo y las pinturas. Cuando preparé todo me senté en el taburete frente al lienzo y cerré los ojos. Había algo que quería intentar. Tome uno de los lápices de dibujo y comencé a trazar líneas. Miré el cuerpo del dibujo y sonreí. Quedaría hermoso. Ahora sólo tendría que pintar. 

Varias horas después observé lo que hice y suspiré. Le faltaban unos retoques, pero lo mas importante ya lo había pintado. Volví a suspirar. ¿por qué ese hombre tan hermoso tiene que ser tan déspota y misogino? Volví a suspirar. Era hora de subir. Había pasado mucho tiempo. Agarré el cuadro y lo escondí para que se secara. Limpie los pinceles y guarde todas las cosas que había usado. Apagué las luces y salí.

Cuando iba subiendo las escaleras, escuché la grave voz de Danilo hablando con Sancha. Del susto me tropecé con los escalones y sin pensar grité, pero al instante me tapé la boca. Danilo preguntó que había sido eso. Escuché pasos que se acercaban a la puerta del sótano, así que corrí hacia el estudio y cerré la puerta tras de mí con la respiración entrecortada. Escuché como bajaba las escaleras y preguntaba quien estaba aquí.  Me tapé la boca para que no me escuchara. Hasta yo podía escuchar los latidos de mi corazón. "¿Qué hace él aquí?" Pensé asustada "¡por dios que no venga para acá! ¡Que se vaya por favor!" Rogué al cielo. Si Danilo encontraba este lugar, se armaría la tercera guerra mundial  con los hermanos Álvarez. Juan me mataría. Escuché pasos acercarse a la puerta y dejé de respirar. "¡Por favor no!" Pero mis ruegos no fueron escuchados. La puerta se abrió de golpe y salí despedida hacia atrás. No me caí al suelo porque el pecho y los brazos de Danilo me sostuvieron. Alcé la mirada y mis ojos buscaron los fríos témpanos de él.  "Estoy muerta" pensé angustiada. Me zafé de sus brazos y retrocedí temerosa. Danilo me veía con una leve sorpresa. Sin embargo,  la frialdad enmascaró su rostro.

- ¿Qué haces aquí?--- preguntó Danilo molesto---¿por qué si estaba llamando no respondiste?

- N-nada--- exclamé nerviosa---solo...---miré de reojo la puerta. Tenía que hacer lo posible para que él no viera el estudio--- solo estaba paseando. Quería ejercitar mis piernas y... Bajé al sótano. Hasta que escuché tu voz y... me escondí.  No quería verte--- Danilo apretó los puños y su cara la tenía crispada. No sabía si estaba respirando.

-Subamos---exclamó él tenso. Respiré aliviada. Cerré la puerta y no veía la hora de alejarnos. Sin embargo cuando estabamos subiendo las escaleras, Danilo se detuvo de golpe, me miró con intensidad y me pasó por un lado bajando otra vez. Corrí tras él

- No...---agarré su codo, pero fue tarde. Danilo abrió la puerta del estudio y encendió la luz. Él se quedó de piedra al ver todo el lugar. No sabía que hacer. Danilo entró despacio a la estancia y visualizo todo con ojo crítico. 

- Esto es de Juan ¿no?---exclamó él molesto. Su fría mirada paso de los cuadros a mí. Retrocedí un paso por la helada e intimidatoria mirada de Danilo.

- Si, pero Danilo...---susurré nerviosa

- No digas más nada. Ya tendré una seria charla con Juan---exclamó Danilo con fiereza--- ya le dije que esto no es para él y si decide no obedecerme se tendrá que atener a las consecuencias. Soy su tutor por legal---mi cuerpo se puso frío al escucharlo.

- Juan es un excelente artista---lo miré molesta--- solo observa sus obras de arte. Son una maravilla. Y te digo que pueden estar en una galería. Al estar aquí,  recordé pequeñas cosas de mi vida y eso es la pintura. Adoro pintar y entiendo a Juan. Así que Danilo no se lo niegues, por favor--- Danilo entre cerró los ojos y volvió a apretar los puños.  Se acercó a mí con rapidez. No pude escapar de sus brazos. Él me sujetó los brazos con fuerza. Acercó su rostro al mío, tanto que pude ver el hermoso iris de sus ojos. Tragué grueso.

- No quiero que te metas en las decisiones que tomo sobre mis hermanos. Yo se lo que a ellos les conviene, y no quiero que tu con tus ideas hippies le llenes la cabeza de musarañas. Pintar no es una profesión y tampoco se vive de eso, así que no te metas---con cada palabra me ponía más pálida. No me gustaba las confrontaciones. Sin palabras, solo asentí. Él se alejó de mi como si tocarme lo quemara. Retrocedí poco a poco hasta darle la espalda y salir veloz por las escaleras.

Derritiendo Tu Frío Corazón- N°5 Serie Amigos de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora