- Disculpe sr. Álvarez no creo...
- Ángel ya te dije que no me digas así---el hombre simuló que tenía escalofríos---eso suena a mi padre o a mi hermano mayor. Además que por la juventud de tu rostro, podríamos tener la misma edad, así que cuando me dices señor me siento incómodo
- Muy bien Alberto, pero igual...
- Ya no hay vuelta atrás Ángel, te llevaré a la villa de mi familia---Alberto sonrió con cariño--- mi hermano menor, Fabiola y Sancha nos están esperando---lo miré resignada. Alberto decidió llamarme Ángel ya que aun la policía no consigue información acerca de mi. Hace dos días el doctor dijo que podría irme siempre y cuando esté en absoluto reposo. Alberto le prometió que así sería. La policía ya estaba notificada que me quedaría en la villa de la familia Álvarez hasta que ellos lograran saber algo de mi. Estaba incomoda con la decisión, pero no tenía otro recurso. Estaba sola en el mundo. Ni siquiera se mi verdadero nombre. Miré el rostro jovial de Alberto y sonreí levemente. Agarré su mano y la apreté con suavidad.
- Muchas gracias Alberto, no se que habría pasado conmigo si tu no hubieses estado ahí, además que has corrido con todos los gastos médicos y me llevas a la casa de tu familia para alojarme un tiempo. No creo que alguien más hubiese hecho eso por una desconocida como yo---mi voz tembló de emoción y miedo. Me angustiaba tanto no saber nada de mi propia vida. Si estaba casada, o tenía hijos, o familia. Un nudo se formó en mi garganta. No podía llorar. Con eso no lograría nada.
- No te preocupes por eso Ángel---Alberto sonrió pesaroso--- vamos a decir que estabamos destinados a conocernos---él me guiñó un ojo. No pude evitar sonrojarme--- además, se que pronto recuperaras la memoria. Y por el dinero tampoco te preocupes, mi familia esta acomodada y puedo correr con los gastos.
- Igual cuando recupere la memoria, te devolvere cada centavo---comenté testaruda. Él sonrió al ver mi rostro terco.
- Muy bien, si eso te hace feliz---Alberto observó su reloj---iré a buscar la boleta de alta para irnos, no quiero que nos agarre la noche---lo vi salir y suspiré. Alberto era genial. Desde que mi accidente ocurrió hace ya una semana, él no me ha dejado sola y está pendiente que no me falte nada. Cuando le pregunté por qué lo hacía, solo me sonrió y me contestó que lo hacía por empatía y por ayudar a otro ser humano que estaba en problemas. Solo pude verlo con sorpresa. Era un hombre fantastico. De aspecto era muy atrativo. Él me dijo que tenía 25 años de edad y que trabajaba en la empresa familiar junto con su hermano mayor. Cuando él lo mencionó, mi cuerpo reaccionó al recuerdo del espectacular hombre que entró de golpe a mi habitación. Al ver sus ojos un escalofrío atravesó mi cuerpo como un relámpago, y aunque eran tan fríos como el hielo, no pude evitar reaccionar a él. No se si he visto hombres bellos, pero el hermano mayor de Alberto marcó algo en mi alma. Suena absurdo, porque ni siquiera hablamos, sin embargo nuestros ojos conectaron como engranajes. Era como si lo conociera de antes.
Quise preguntarle a Alberto como se llamaba su hermano o más cosas sobre él, pero me dio mucha pena. Solo esperaba volverlo a ver. Aunque por su semblante frío y despectivo lo dudaba.
Media hora después, Alberto y yo salímos del hospital en una silla de ruedas. Tenía un collarín en el cuello y el pie izquierdo con una rótula. Alberto había colocado el auto al frente de la salida del hospital para que pudiera subir al auto más rápido. Uno de los enfermeros que me ayudó con la silla de ruedas, me ayudó a montar en el asiento trasero para que pudiera extender mi pierna. Agradecí al enfermero y Alberto se despidió para comenzar nuestro viaje.
Alberto me hablaba sobre la ciudad, podía observar en su semblante que amaba ese lugar. Me comentó sobre las empresas de su familia y lo que él hacía. Se encargaba de toda la parte publicitaria del negocio, pero que muchas veces quería renunciar y viajar por el mundo. Cosa imposible porque su hermano mayor lo buscaría, lo haría trizas y los restos los usaría para terminar el trabajo en la empresa. No pude evitar verlo de soslayo. Ese hombre era muy autoritario.
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Derritiendo Tu Frío Corazón- N°5 Serie Amigos de la Realeza
RomansaClare no entendía por qué aquel hombre de ojos negros como el azabache la odiaba tanto. Si ella no lo trataba. Ni siquiera cuando lo conoció en la boda de los amigos de su hermano, Janni y Louis. Esa noche cuando lo conoció, por primera vez en su vi...