Observé con regocijo las calles pintorescas de Nassau. Hoy había amanecido con ganas de pasear por la isla de Nassau y hacer un poco de turismo. Lo único que tuve que hacer fue llamar a Tom, uno de los hombres de seguridad de Liam y listo. En cuestión de media hora ya estaba aquí.
El lugar era tan hermoso que me sentía feliz. Visité cada tienda que vi. Al principio compré algunos recuerdos para mis padres, Allegra, Liam y el pequeño Alessandro, pero luego vi un vestido veraniego muy hermoso y me acordé de Fabiola, por lo que se lo compré. Lo mismo me pasó con unas hermosas pinturas con Juan y un sombrero playero para Alberto. "Tal vez así se anime e invite a Fabiola para la playa" pensé risueña.
Cuando llegó la hora de almorzar, me metí en un restaurante que por fuera se veía muy acogedor. Una mesera me atendió de inmediato y me llevó hasta una mesa. Me tendió la carta y estuve indecisa. El lugar se especializaba en comida del mar, así que al final me decanté por un coctél de camarones y una ensalada de mariscos. Mientras esperaba, admiré por la ventana de la terraza el hermoso paisaje.
Al terminar mi delicioso almuerzo, vagué por las calles de la ciudad hasta que decidí quedarme un rato en la playa. Cuando conseguí el mejor sitio para sentarme, saqué de mi bolso una manta de bambú y la estiré en la arena. Allí me senté a relajarme y disfrutar del mar. Por los alrededores habían muchas personas en familia, grupos de amigos y parejas. Sonreí al ver a dos niños pequeños corretear por la orilla de la playa. Recordé a mi pequeño Alessandro y suspiré de añoranza. Extrañaba a mi pequeño sobrino y a mi Allegra. Desde hace dos años que nació, los lazos crecieron mucho más.
Allegra decidió que no trabajaría hasta que Alessandro fuera más mayor, por lo que se la pasa en su casa criando a su hijo. Su vida gira alrededor de Liam y Alessandro. Yo al principio no estuve de acuerdo con su decisión.- Una mujer debería trabajar aunque tenga hijos, porque en mi opinión, al final eso es lo que te queda. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, entendí su postura. No valía la pena perderte el crecimiento de tu hijo por un trabajo. Si realmente no necesitas trabajar, puedes postergarlo hasta que veas el momento oportuno de hacerlo. Y lo entendí porque durante un año trabajé sin descanso. Casi no veía a mi familia. Vivía en el laboratorio.
En ese tiempo, salía con Armando, quien al principio me tuvo mucha paciencia, pero luego de ese año, no aguantó más y comenzaron los reclamos y las peleas. Yo lo entendí porque mis padres me reclamaban lo mismo, al igual que Allegra. Me decían que mi trabajo no podía ser mi vida. Durante ese año me perdí el crecimiento de Alessandro. No pude compartir con mi amiga sus primeros pasos, ni la primera vez que dijo una palabra. Todos habían participado y compartido esa experiencia, excepto yo. Así que comencé a meditar sobre que era lo que quería en mi vida. Renuncié a mi trabajo porque sentía que lo que hacía no me llenaba espiritualmente. Me dediqué a las cosas que estudié de niña, la pintura, la música y el baile. Me inscribí en un estudio de baile e iba una vez a la semana. El violin lo tocaba casi todos los días, al igual que la pintura. Compré un local grande para exponer obras de arte de personas que se estaban iniciando en la pintura y resultó ser un éxito. Cada día se hacía mucho más famoso. Claro que el nombre de mi familia ayudó un poco, pero lo importante era que los artistas se hacían un nombre en un mundo tan difícil como la pintura.
Cerré los ojos y me acosté en la manta. "Esto es vida" pensé relajada. Sin embargo, pronto debería volver. No podía huir para siempre. Hay responsabilidades que me esperan en casa.
- Disculpa que interrumpa tus pensamientos, pero ¿puedo sentarme por aquí?---escuché la grave de un hombre. Abrí los ojos abruptamente. Al frente mío había un hombre atractivo, rubio, de unos 30 años o quizás un poco más, que me sonreía con carisma y encanto. Visualicé lo que estaba a mi alrededor y sospeché. Había mucho espacio para que justamente se sentara a mi lado.
- Puedes sentarte, pero con tanto espacio en la playa, no veo el porqué tiene que ser justo a mi lado--respondí seria. Él se sorprendió un poco y se echó a reír.
- Eres ruda ¿no?---el hombre sonrió y se sentó a mi mano derecha, pero manteniendo una distancia prudencial--- Tienes razón. Hay mucho espacio en la playa, pero llevo rato observandote. Te vi llegar a la playa y me causaste una muy bella impresión, por lo que esperé un rato y luego decidí venir a conocerte. Estaba sentado por allá---él señaló unas palmeras que estaban a unos metros de nosotros. Lo miré con sospecha. Él interpretó mi rostro por lo que volvió a reir---si, se que parece extraño y hasta sospechoso, pero solo para que sepas, normalmente no hago esto. Es la primera vez---lo vi incrédula. No me creía eso---Es en serio. Esto que estoy haciendo no es típico en mi comportamiento---luego fijó su mirada en el oceáno pensativo---en realidad, nada de lo que he hecho estas últimas horas, lo es---lo miré curiosa. Su rostro estaba lleno de una tristeza profunda. Aproveché que él no me veía y lo detallé por completo. Vestía con ropa que a simple vista parecía corriente, pero que en realidad era costosa. Reconocí la marca con la que viste mi padre y Liam. Además llevaba un rolex en la muñeca izquierda. Los zapatos que había colocado en la arena eran italianos. "El aura de este hombre emité dinero por montón" pensé con una mueca. Él me observó y sonrió--- me llamo Cameron Rossi Ferrara ¿puedo saber el tuyo?--lo miré sorprendida. Conocía su nombre y no precisamente por los contactos de mi familia. Era dueño de varias empresas, que iban desde alimentos de animales hasta juguetes para niños. Es conocido por lo filántropo. Una de sus aficiones es la pintura. Por eso conozco su nombre. Muchos artistas buscan su opinión crítica de obras de arte.
- Me llamo Clare Payne, sr. Rossi---extendí mi mano para estrecharsela. No todo el tiempo conocías a un personaje como él---es un placer conocerlo---él me miró con sorpresa mientras extendía su mano.
- ¿Me conoces?
- Solo su nombre y fama sr. Rossi---sonreí--- Usted es reconocido en el mundo del arte--- él suspiró y sonrió levemente
- Entonces eres artista
- No profesionalmente--comenté cruzando mis piernas--- pinto por afición. Sin embargo, tengo una galería de arte en Londres y aunque es pequeña, es imposible que no se escuche su nombre entre los amantes del arte--- él me observó con intensidad y luego suspiró.
- No creí que fuera tan famoso--reí suavemente y lo miré incrédula
- ¿En serio? ¡Por dios! Tienes un emporio de empresas de diversas cosas---exclamé asombrada---sales mensualmente en las revistas tanto de economía como de farándula.
- Eso quiere decir que te gusta saber de mi---exclamó él con una enorme sonrisa pícara
- Pues lamentablemente para ti, no, pero eres el amor platónico de mis empleadas---respondí con risa--- no se como fue que no te reconocí al verte---lo miré como si estudiase un objeto inanimado--- puede ser la ropa. No es con la que normalmente se te ve en las revistas.
- Estoy en la playa---exclamó él alzando los hombros. Ambos nos quedamos en silencio, pero luego él se levantó y extendió su mano hacia mi---bueno señorita Clare Payne, eres refrescante como el mar ¿qué tal si me acompañas a vivir una aventura excitante y muy estimulante para ambos?
ESTÁS LEYENDO
Derritiendo Tu Frío Corazón- N°5 Serie Amigos de la Realeza
RomanceClare no entendía por qué aquel hombre de ojos negros como el azabache la odiaba tanto. Si ella no lo trataba. Ni siquiera cuando lo conoció en la boda de los amigos de su hermano, Janni y Louis. Esa noche cuando lo conoció, por primera vez en su vi...